Y si de pronto un día
para mi desgracia
empiezo a beber más
y a notar que orino menos
en proporción de tres a uno.
Si un día paso al baño del Betania
con diez cervezas lijándome las tripas
y no lo quiera Dios
mis riñones van a huelga
y son tubos de ensayo
lo que debieran ser barriles
y a un par de pasos de mí
la muerte me pone manos arriba
con un palo de golf sacado de la nevera...
Diré:
"San Juan Urólogo,
aceta el rezo de este pobre tomador perdido.
Que se abran las fuentes.
Que caigan las compuertas.
Que tu luz quirúrgica deje ciego y bruto
al niño holandés del dique.
Prometo beber menos
y escribir más
en proporción de tres a uno".
Y no se promete en vano
con los semáforos en verde
camino a la sala de diálisis.
O mucho peor aun,
con la vejiga volando
a cien millas por hora
contra la caja de bateo
de Mickey Mantle.