miércoles, 1 de abril de 2015

Un poema de Saúl González V






BLUES

Hoy tengo la lengua
atada a mis piernas
como un grillete.

Quiero la fuerza de una mosca
para arrojarla a un río.
Subo una y otra vez
por la falda de la melancolía. 

Cuando llego a su seno,
abrigo convexo,
menguo hasta convertirme en bebé
y me quedo dormido.


Hoy me cabe una catedral en el pecho,
sin santos ni curas.




Desde el Callejón del Gato

sábado, 7 de diciembre de 2013

HUMBERTO AK'ABAL


Pequeño audiovisual  de un poema de Humberto AK`abal, registrado en Puerto Corinto, Chinandega Nicaragua, en el marco del II Encuentro Centroamericano de poesía, Chinandega 2013.
Gracias amigo por prestarme un trocito de tu tiempo. Melvyn

Humberto Ak’abal nació en Momostenango, Guatemala, en 1952. Ha publicado los libros de poesía El animalero (1990); Guardián de la caída de agua (1993, galardonado con el Quetzal de Oro APG, por la Asociación de Periodistas Guatemaltecos); Jaguar (1994); Hojas del árbol pajarero (1995) y Breve Antología (1995). Su obra ha sido traducida al francés, alemán e inglés. Poemas suyos han aparecido en periódicos y revistas de Centroamérica, México, Venezuela, Uruguay, España, Francia y Austria. Su libro Guardián de la caída de agua, fue nominado el libro del año y galardonado con el Quetzal de Oro APG, 1993, por la Asociación de Periodistas guatemaltecos.



ELLA

Como la luna
detrás de los eucaliptos,
galana y hermosa,
así era ella;
humilde, sencilla, callada,
descalza como mi tristeza.
Sus ojos, maíz negro.
La trajo la mañana
se la llevó la tarde.
El cielo también
se enamoró de ella.

TU RISA

Se derrumban mis oídos
por los barrancos
siguiendo el eco de tu risa.
Deja su aliento de geranios
desparramada en la neblina
junto al manantial de la montaña.
Cómo huele la flor del durazno,
qué dulce el canto del guardabarranca.
Y tu risa derramándose de tu boca
como el agua de tu tinaja.

VIEJO CALLEJÓN

Después de algunos años
volví a pasar
por el viejo callejón.
Lo hallé igual . . .
Y comenzó a retoñar en mí
una vieja cicatriz.

ÁRBOL

Libro verde
árbol poeta
¡cuanta poesía en tus hojas!
Quienquiera
que se pose en tus ramas
se vuelve cantor.

Y TE APAGASTE

Como llamita de candil
después de una noche de vela,
tus ojos fueron perdiendo luz.
Ya no había nada que ver.
Las campanas
dejaron volar
sus aves de duelo.
Y te apagaste.

PARAÍSO

Aquí era el Paraíso.
Maíz, trigo, frijol,
no había fruto prohíbido,
las culebras eran mudas.
Hombre y mujer
hacían el amor sobre la hierba
y se cubrían con el cielo.
Hasta que hablaron
las serpientes.
Prohibieron los frutos
y se repartieron entre sí
el paraíso.

Desde el Callejón del Gato

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Carlos de la Ossa (San José, Costa Rica, 1946). Escritor, filósofo y pintor. Empezó a publicar poesía mientras estudiaba en México.  Entre 1981 y 1982, residió en Washington D.C. como becado Fullbright de la Universidad Católica de América.  A partir de 1970, de la Ossa publicó una serie de siete libros bajo el título general deImprimatur, el cuarto de los cuales le valió el Premio Nacional de Poesía Aquileo J. Echeverría en 1979.  En 1987 aparecieron los siete Imprimatur en un solo volumen bajo el título Obra poética.  Otros siete libros fueron compilados por el propio autor en el volumen Antología de la primavera, publicado en 1998.  Su más reciente poemario, María, fue publicado en el 2008.  Prolífico artista plástico, cuenta con más de una decena de exposiciones individuales realizadas en el país.





NIKOLAY PARFENOVICH

a —Alfredo Carballo


Así se pasa la vida (pienso en tí Nikolay)
sin una súplica externa
en la naturaleza
sólo sombras de músculos aflorando
de la tierra
y enredándose en el horizonte.

Las mujeres dormitan en el sudoroso
camino
que va de perdón en perdón
para engendrar hijos normales
y sin enfermedades
que desfiguren
sus miradas.

Hay globos por doquier
ahogándose
en gas
y en manos pordioseras.

(Nota aclaratoria: Si tengo oportunidad Parfenovich
le haré el amor a Isabel II)

En los mauseleos (Obregón—Insurgentes Sur)
quedan anquilosados
los nombres intemporales
de caudillos huecos
en el granito
soñando en cada juventud
en cada órgano fértil.

Así se va esta bandada de minutos
así nos encontramos pensando en un lugar cualquiera
en cualquier muchacha estúpida
enloquecida
con un gusano de sexo en el vientre.
(Notas aclaratoria: Aquel niño Gabriel
lloraba atormentado por este sueño)

Aquí y allá se va todo rápidamente
pero el tiempo existe por sí solo
para recorrer las aguas
del mar de los manuscritos
y para que encuentres en el fondo
un ojo lagañoso
de una madre cualquiera
abandonada leyendo la biblia
transmitiendo maldiciones
de generación en generación
como ésta:

               "Ábrete el pecho Jacob hijo del hijo
               y verás a tus hermanos pelear
               un pedazo de bizcocho
               o una figurilla mecánica
               quizá el pequeño árbol
               que sembraste
               en un primer impulso creador"

Así eres cuando la vida se va
de cama en cama
y tu cuerpo se diluye
en el trote
de un hermoso caballo blanco.
Sí pienso en tí Nikolay Parfenovich
hijo de la criada
yo no te culpo ni me culpo
por ese bello pájaro divino que nos mira
y no podemos atestiguar
si siente
o si miente
la vida se nos va Nikolay Parfenovich
y sólo quedas tú como un graznido
mortificando al universo
y sólo tú despiertas
dentro de un yo más comedido
presto a dar batalla
comiendo yerbas hediondas
hablando sólo de tí
porque así se nos va la vida.

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Desde el Callejón del Gato

domingo, 17 de noviembre de 2013

II FESTIVAL CENTROAMERICANO DE POESÌA



El Segundo Festival Centroamericano de Poesía que organiza la Fundación Esquipulas de Nicaragua (Chinandega 2013), dedicado a los poetas Luis Alberto Cabrales (Nicaragua) y Otto René Castillo (Guatemala), a realizarse del 29 de noviembre al 2 de diciembre.

Desde el Callejón del Gato

miércoles, 24 de julio de 2013

Lectura

http://www.youtube.com/channel/UC0qgRLfFxkwxCWMniow8R5w

Este jueves 25 quinta fecha de "La Casa Tomada" con Melvyn Aguilar y Alfredo Trejos. Casa de la Cultura, Heredia, 7 pm.

Les esperamos, para ir calentando les dejamos un par de poemas de cada uno:



Vamos a ver los renacuajos,
Leopoldo
son cientos y están en las charcas
del manicomio.
Nos sentaremos en el pasto húmedo
junto al diente de león
y hablaremos de la miseria
mientras el viento con su frescura
nos decapita.
Tal vez así
nos conviden a una celda.
Tal vez así
tengamos pan duro
con mierda de cornezuelo y Pepsi Cola.
Durmamos Leopoldo
amamantemos una fiebre purpúrea
gocemos nuestra fábula lisérgica
nuestro hongo 25 y nuestra rosa,
fuego de santo–infierno
y diablo con espejo.
Vamos a ver los renacuajos
son diez veces diez
y duermen en nuestro barrio
y crecen como nosotros Leopoldo
en las putrefactas esquinas
de la casa Santa Isabel.


"Una estufa verde para Roberto Bolaño"

Tengo amigos que juegan a escribir;
con el hígado intacto,
con sus madres intactas,
gozan de cobija, ventana y palmoteos,
tienen patria privada, rebaño de lectores,
generosas dosis de veneno
y tiempo, para
a solas
deshacerse el páncreas.
En cambio
Roberto se faja el vientre y la sonrisa
toma 20 grageas al día
y escribe.
En otoño
sus manos buscan el fuego
evadiendo el exilio, la nieve.
Y la memoria
antojadiza le anda por Quilpué
donde una tarde advirtió,
que sería bueno marchar.
Él tiene las manos congeladas
no obstante
mantiene sus ojos abiertos
tras sus enormes gafas,
tiene un mundo desbordado
de palabras, recuerdos y palabras.
En otoño
el frío lo lleva a casa de sus hijos
donde Carolina con maderos frescos
prende una estufa.



"Heráclito para pusilánimes", de ALFREDO TREJOS

Uno no es el mismo
que lee el periódico
por la mañana
y el que lo vuelve a leer
muy tarde ese día,
ambas veces con el temor inteligente
de encontrar un nuevo empleo,
-esta vez uno mejoren
el que te tomen
por alguien serio, confiable
y equilibrado.

Uno no es el mismo
porque por la mañana,
desmemoriado y lleno de resaca,
con el orgullo inexplicable
de haber sobrevivido;
los ojos como banderas al revés,
síntomas de exposición letal
a una mezcla de lluvia
con vapores de estrógeno,
siente que cada palabra que lee
cae como un arete de piedra
al desayuno.

Que no hay buenas
ni malas noticias.

Así uno lee
que un gobierno enemigo
hará más pruebas de tristeza
en ese bar-atolón que te gusta tanto.

Que la enfermedad del sueño
va como peste egipcia por los cuarteles
y las comisarías
y el ánimo sigue igual
y el día sigue de un lado al otro
trasegando cada cosa
que dejamos de ser.

Tal vez por la noche mejoraste
y ya sentís los pies y la ropa
y la idea de comer
ya no te vence con un brazo atado
y ya podés encender la radio
frente a frente
sin lanzarle nada.

Pero tal vez no
y las hormigas te trepan
solo porque estás ahí,
dormido junto a un periódico
con fecha muy distante.


"Katana"

El afilador toma de sus piedras
la que más parece un pan
mohoso y duro.

Aunque el filo de la hoja
aún es joven
y se pierde de un día
para otro,
lo ha cubierto
con un paño de bambú
para que, si se desliza,
no le saque del todo
el corazón.

Por dentro y por fuera
el trabajo del afilador
está lleno de mitades de cosas.
Humedece su piedra
y pule.

Su trabajo no es decidir
lo que se hiere.
Su trabajo es más
como el del poeta:

decidir cuántas veces cabe
el arma más feroz
en una misma herida.














Desde el Callejón del Gato

martes, 23 de julio de 2013

Una pequeñísima muestra de la poesía de Manuel de J. Jiménez




El hombre tira la máscara: llora. Materia sensorial



Meme rocha: En el siglo 21 el humanismo terminó, para dar paso a lo que nosotros, desde nuestra tradición antropocentrista, aún continuada por nuestros líderes, entendemos como la "cibercracia". La cibercracia es una forma de gobierno perfecta, tiene su antecedente en la tecnocracia» la dictadura de los robots; se logra por la pulcra sincronización de las maquinas en el manejo del poder. Para este momento, el Estado, organismo ficticio que los humanos produjeron a lo ancho de sus civilizaciones, quedó rebasado por una función matemática en la distribución de bienes y servicios. Dejando a un lado las pasiones, los honores y los egoísmos, la política pasó a ser mera estadística, una cifra directamente proporcional en cada pueblo cibergobernado. La era de la retórica había terminado-hacia el año 2119, cuando los espíritus de las naciones fueron absorbidas por nuestro primer Regente V, la venerable Sogol 1. Después de eso, fueron los códigos binarios y las intra-computadoras los medios de comunicación llana E lenguaje, las lenguas de los pueblos, devinieron en tímidos dialectos que han desparecido casi en su totalidad. Si me lo permiten Ustedes, puedo ahondar más con estas formas de interacción human...

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Desde el Callejón del Gato

lunes, 6 de mayo de 2013

4 textos de Yerlyn Ramírez Propuesta que refresca mi entorno poético


Propuesta que refresca mi entorno poético

 *

Mastico carne que desarticula mis mandíbulas
la misma que reposa en el plato de vidrio

Adentro  
me esperan los que cenan con cubiertos de plata
asesinan mi repudio por los manteles blancos
con cada bocado llenan sus tripas de elegancia

–mañanas premeditadas–

Demasiados pájaros volcotean mi cordura
Hoy prefiero comer del lomo tierno de tus actos.


Hay más cosas de las que quisiera

Entiendo,
hay días fríos,
hoy recogí del suelo un trozo de carne,
tal vez mío, tal vez tuyo,
las cortinas se agitan,
una mujer recorre de lado a lado
su mantel en brazo
y un silencio atado a las rodillas
no se parece a mí,
su rostro fijo en una dirección
se encuentra con la mía
por fin el frío de afuera
se va pareciendo a tu sonrisa.

Acaso la carta mira hacia arriba

La bruja de cabellos blancos
mirando tras su mácula,
Cacarea mi suerte
"más de uno cruzará la puerta,
 la cerrará, inventará un nombre, se irá lejos"
La bruja
regresa ahora con restos de mi carne,
 se llevó en mil partes chaquetas negras,
suena la campana
cuelga de su cuello,
anunciando horas que restan
La bruja,
ella no lo sabe, las puertas ya están abiertas
 yo,
aquí del otro lado de la ventana.

Un año más

Cantan entrecortando
frases de cumpleaños
detrás de cada palabra un silencio
se asemeja al piso del edificio

Cantan, se miran a los ojos
las candelas dentro del pastel
nunca se encendieron

Se abrazan, sigue con sus vidas
Lleva un vestido blanco,
listón rojo en su cabello

Subió a la moto y se encamino
aun con la expresión en su rostro

Un año más, candelas sin encender,
más horas de sueño acumuladas.
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Desde el Callejón del Gato

lunes, 18 de febrero de 2013

MayDay





Desde el Callejón del Gato

Tres textos del libro LEYENDAS DE UN DOMADOR DE ZAPATOS del poeta José Aquiles Villarreal





IV°



desaguada la mañana/del tiempo
Amargo/azul
en el ojo de la abuela el niño baila

en septiembre
echar el agua del océano en una íntima coartada
y sobre arenas blancas extender la palabra hermano






como si todos guardáramos un cadáver
Colgado/escondido languideciente
en la quietud de un ropero
detrás de donde se estremece la vida privada




AL RODEAR UN REMOLINO



camina un hombre
pausadamente
se agita en la ciudad alrededor de sus desvíos
seguido de su impronta
día a día
amanece encerrado en sus deseos



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Desde el Callejón del Gato

jueves, 6 de diciembre de 2012

4 anotaciones sobre el libro XARXA D'ARANYA


Tronco, olla y fogata: la voluntad poética de Melvyn AguilarPor Alfredo Trejos.


Hay una brevedad vegetal y un lejano rumor de fábrica en estos poemas. Hay una siniestra, humana, inconformemente humana urgencia por el hallazgo y la invención en esta poesía. La leés y de inmediato te impresiona que, aun ante un panorama anímico agrietado, surja un sistema de eventos que te recuerdan una y otra vez  que estás vivo, que no abjuran de la existencia en un pesimismo tanguero y pelado, como muchas veces pasa.

Por esas cosas, por andar en cosas de dudoso provecho material pero profundamente bellas y útiles a la hora de ver qué rayos hice con el mundo, puedo decir que conozco la poesía de Melvyn Aguilar. O lo podía decir con total solvencia hasta hace unos días. La gran mayoría de poemas que componen Xarxa D'Aranya me han sorprendido por la perspectiva que Melvyn ha ganado en su registro. Siempre amparado al mundo de los clásicos, de lo fantástico, de lo endemoniadamente culto, en este libro hallé un gratísimo giro hacia la inmediatez, hacia lo cotidiana sopa fría, hacia el pan recién trinchado. Acudiendo siempre a sus queridos Martínez Rivas, Ducasse, Panero, por mencionar solo algunos, se da un festín de plasticidad nombradora, bautizante; escucho en su voz la voz de barrio proletario de las enciclopedias, la voz del oficiante salvaje que derrama agua bendita sobre aquello que hasta hoy se llamó tronco, olla, fogata para rehabilitarlos como símbolos. Entonces ese tronco, esa olla, esa fogata, son enzimas sensoriales para desencadenar el mundo una y otra vez que el autor se percata de que todo aquello que lo rodea ha perdido tono, ha envejecido, quizá hasta ha muerto.

Xarxa D'Aranya es un estironazo estilístico para Melvyn Aguilar. Diríamos: llegó algo tarde. Pero no lo creo. Creo en cambio que Melvyn se ha dosificado muy bien en su búsqueda de madurez, de tierra firme. Incluso diría que ha sostenido un acento de consumación con suma valentía hace años. Hoy, este libro viene a ser el informe de todos esos años en los que se la ha pasado –me consta- percutiendo el fulminante de las esquinas y la deshora. Hoy estos son los resultados: una densa máquina poética que expulsa un humo rojo, casi sanguíneo, un juego de mesa poético de reglas mutables, ambiguas y deslumbrantes, un estudio casi cartográfico de sus grandes motivaciones creadoras.

Es hermoso cómo Melvyn no deja de incitar a sus motivaciones a manifestarse más allá de la línea, más allá de la recurrencia. Todos los poetas lo hacemos pero la franqueza y el afán propiciatorio con que el autor de Xarxa D'Aranya lo hace es convincente al punto de despertar complicidades abandonadas con rencor hace tiempo por deslealtad, por hastío, por negligencia. Esto es real nostalgia, tocar duro a la puerta dibujada.

Una construcción escénica desbordada y mortificante tiene este libro. Desde el inseguro nido de un Roberto Bolaño que hace lo que puede no para crear sino para mantenerse con vida hasta las selvas asfaltadas y leñosas del hombre común  que se reconoce en una herramienta rota colgando ahí en la afiladuría, Xarxa D'Aranya abarca, o barre quizá, un gran campo de estímulos, un horizonte esférico.

Este delirio de nombre extraño debe leerse limpia y detenidamente. Tomarlo a bulto es una ligereza, un avance febril. Su naturaleza y su lenguaje van hombro con hombro, síntoma de buena literatura. De la que no se aprende a hacer acá no más ni así no más. Su naturaleza y su lenguaje jamás se pierden de vista. Créanme que lograr algo así es difícil. Así se determina una obra duradera, estimulante, conseguida por un poeta fino, riguroso. De los de verdad.

Alfredo Trejos.
Cartago. 25 de noviembre de 2012.




Presentación de "Xarxa D' Aranya" de Melvyn Aguilar, por Alexander Obando  XARXA D’ARANYA



I

La primera impresión que me quedó después de leer Xarxa dá Aranya es la de la asociación con las lecturas ya hechas en algún momento de mi vida como lector. Y esto no se debe a que Melvyn Aguilar haya carecido de creatividad poética, sino a que nuestro cerebro, ya sea por mecanismos propios de su misma entropía, ya sea por ser un viejo hábito cultural, tiende a traernos a colación aquello que ya conocemos y que guarda algún posible parecido con el nuevo material al que nos enfrentamos. En el caso de Xarxa d’aranya el elenco revivido por este viejo cerebro mío ha sido muy particular: la obra de Rimbaud, la de Lautremont y la Saint-John Perse han sido quizás las más notables, sin dejar de lado también la poesía de René Char, y particularmente, la de Eunice Odio.

La reacción facilista a esta primera impresión mía sería decir que Aguilar entonces ha imitado bien a esos autores. Eso sería, repito, la interpretación mezquina de la relación que acabo de señalar. Pero no vayamos a entrar en la mezquindad literaria costarricense porque ya, de hecho, vivimos nadando y haciendo gorgoritos en ella. Entremos, más bien, por la puerta semi oculta del hombre y de su vida.

Para empezar, Melvyn Aguilar Delgado, al igual que doña Rima de Vallbona, no es claro en lo referente a su edad actual. Sabemos que aparece en la escena poética costarricense por allá de 1988 al fundar, junto a Claudio Sánchez y Sergio Barboza, el Anti-Taller-Anti. La broma semántica del título ya expresa claramente el deseo de estos autores de no sumirse de lleno en la hamaca de los sueños trascendentalistas, por un lado, y de tampoco re-instalar la bandera de poesía social utilizada por Jorge Debravo y toda una generación de epígonos nacionales. Aguilar y sus amigos estaban, mejor dicho, a la búsqueda de lago nuevo. Y cabe señalar aquí que el poeta que se compromete con la exploración de lo nuevo, lo diferente, está de hecho haciendo votos de amargura, de trabajo muy arduo y de posible fracaso. Dice el refrán que no hay nada más difícil en literatura que la sencillez… Pues es mentira, porque algo todavía más arduo y espinoso que la sencillez es encontrar una voz propia y que no parezca pose de otras voces. Puede tener ecos y fuertes reminiscencias de otras poéticas, pero en el fondo, debe ser la propia. Y creo que eso es lo que Aguilar finalmente logra con Xarxa d’aranya: un libro nuevo, diferente y propio, que sin embargo se sirve generosamente del mundo poético que lo rodea y transforma ese mundo en sombras y luces de un particular matiz personal.

Como ya señalábamos más arriba, Melvyn Aguilar ingresa al ring literario en 1988 y trabaja en el grupo ya mencionado, hasta que en 1992 se une a David Maradiaga y a otro montón de artistas en el proyecto cultural que llevó como nombre Octubre Alfil-4. Digo que “a otro montón de artistas” porque los que fueran aspirantes al Parnaso costarricense de los 90, no estaban en nada si no estaban trabajando con Octubre Alfil-4. (Por cierto, yo fui uno de esos que no estaba con el grupo… debido a mi horario de trabajo). Cuando yo salía de dar clases a las 8:45 pm me trasladaba rápidamente a la Calle Cáustica para trabajar con el colectivo, pero la etapa de trabajo ya había mutado hacia las correspondientes saturnales de viernes por la noche. Así que mi participación fue más etílica que instrumental en el grupo, más de compa de guaro que de miembro activo.

Pero fue en esas veladas, sin embargo, donde empecé a transar amistad con Melvyn y donde conocí por primera vez su trabajo. Lo único que recuerdo con claridad de esas noches en El Jardín del Pulpo o en Tauros es que el trabajo de Aguilar con su poesía era asiduo y tenaz. Estaba en etapa de formación y consecuentemente mostraba muchas influencias diversas sin dejar salir aún lo particular, lo propio, la marca de origen que todo trabajo literario maduro debe llevar.

Pasaron los años y yo publiqué mi primer libro. Eso y una serie de amigos en común me puso de nuevo en contacto con Melvyn Aguilar. Durante lo primeros tres a cinco años del nuevo siglo era costumbre terminar las saturnales de viernes donde de Melvyn, en un pequeño apartamento contiguo a la casa de Livia Cordero. Ahí conocí más del trabajo poético de nuestro amigo, me enseñó un extenso archivo que guardaba con todo tipo de documentos de y sobre David Maradiaga y también me enseñó a usar un puñal o machete de manera defensiva y ofensiva. ¿Por qué eso y no lecciones básicas de latín o taquigrafía?... No lo sé… “Cosas del guaro”, dice la gente... ¡Misterios báquicos!... diría yo.

Como fuere, mucha de la poesía que leí de Melvyn en esas veladas mostraba un definitivo cambio hacia la madurez poética, pero nada de lo que vi en ese entonces —lo digo con toda sinceridad— me preparó para Xarxa d’aranya.

A estas alturas debo hacer una aclaración importante. Por razones que yo mismo no conozco, no he tenido la oportunidad de leer Territorios Habituales, el primer libro publicado de Aguilar en 2006. Así que toda apreciación mía sobre su obra parte de la lectura de sus textos, tanto publicados como inéditos en los últimos 20 años, con la excepción de Territorios Habituales. Seguimos.

II

El libro que hoy nos convoca está dividido en cuatro partes. Las dos primeras, tituladas Memorándum y Ruleta rusa, son, en opinión de este lector, bastante parecidas entre sí. Quizás las diferencie un poco el tono levemente más exteriorista que encontramos en Ruleta rusa, pero los diez poemas de las dos secciones se caracterizan, en general, por el tono menor y la discreción, algo como la verdad poética apenas susurrada. Además, son poemas que si fuesen narraciones parecerían entonces carecer de final porque hay un punto donde el poeta da la impresión de abandonar cada uno de estos textos a su suerte. Obviamente ese no es el caso y los poemas están bien construidos y terminados, pero esa sensación de efimeridad vibra sobre ellos y nos da la impresión de que el poeta los abandona abrumado —creemos— ya sea por el recuerdo o por la misma nostalgia.

Y si es cierto que hay un dios de las cosas pequeñas, como ha dicho la escritora Arundhati Roy, entonces debe haber también un dios de los poemas menores, los poemas discretos, los que susurran en lugar de gritar, los que son, como señalamos antes, poemas en tono menor: apenas suspiro, apenas sensación contenida. No en balde estos textos tienen como “personajes” a los amigos idos. Son entonces, o más bien, han quedado, como esas sombras del Hades helénico donde no hay dolor ni alegría simplemente porque no hay memoria. Y nace entonces es el papel del poeta: darle a esas sombras continuidad en el mundo de los vivos. Hacer de la memoria un homenaje y una realidad por medio de la palabra.

III

Las últimas dos secciones, llamadas Discurso del tiempo, la tercera, y Treinta pesquisas para el laberinto de Ecinue, la cuarta y final, representan, en mi opinión, el corazón y esencia del libro. Para empezar, son radicalmente distintas a las primeras dos secciones, pues donde aquellas usan sordina y murmullos, las subsiguientes son vivaces, intensas y a ratos hasta electrificantes. Se imponen con la fuerza de lo mítico y lo elegíaco.

Discurso del tiempo retoma formalmente algunos elementos del creacionismo huidobriano al punto que tal intención es anunciada en el prólogo:

Aquí y ahora padre con la rancia navaja de Altazor, en Lincantén desastillo tu olvido de madera…

Toda esta sección del libro asume una fuerte modalidad holocáustica y dolorosa que también nos aporta resonancias del Antiguo Testamento, al menos en cuanto a recursos formales. Y es aquí también donde aparecen similitudes de construcción con la poesía en prosa francesa, particularmente Rimbaud, Lautremont y Saint John-Perse. Esta poesía se muestra vigorosa pero esquiva. No parece haber correlación inmediata entre lo poético y la realidad, pues el hermetismo apenas insinuado en las dos primeras secciones aquí toma cabal fuerza construyendo mundos propios. Aquí llega la poesía de Melvyn Aguilar a un nivel de fuerza épica que, nosotros al menos, desconocemos en su obra anterior.

La sección final, llamada Treinta pesquisas para el laberinto de Ecinue está conformada, efectivamente, por treinta poemas breves en torno a la figura de Eunice Odio, en despliegue dual de creadora y de musa. Pero no solo posee alusiones a la poeta costarricense sino que incluso asume, no sin algo de riesgo, un poco del estilo de Eunice. Poesía evocativa y muy dúctil aunque persiste la inclinación hermética del poeta. Es una especie de canto propiciatorio que con Ecinue, tú lírico, protagonista y diosa invocada, va reconstruyendo el mundo a partir del caos que se vislumbra en las otras secciones del poemario. Esto tiene el efecto de redondear temáticamente la obra y de cerrarla con una suerte de clímax interno.

En conclusión, me parece que Xaxa d’aranya, dada su peculiar naturaleza, será una obra apreciada por muchos escritores y que se constituirá quizás en poesía para poetas, más que poesía para lectores medios. Pero eso, como sabemos, lejos de ser un defecto es una gran virtud.

También es cierto que hay una que otra disonancia o incluso alguna cacofonía digna de reconsiderar en la obra, pero nada de eso va a oscurecer un trabajo cuyos méritos ya son tan evidentes.
La Mirada,
2 de diciembre de 2012.


XARXA D’ARANYA de Melvyn Aguilar Por Zingonia ZingoneRoma, V 2012 

Xarxa D’Aranya: telaraña de una araña que busca sus orígenes vagando por territorios conocidos y desconocidos, nombrando lo visible y lo arcano, envolviendo al lector en un tejido complejo de palabras y conceptos; una especie de zoom de una esquina o del centro del mapa que reside en la mente del autor.
 Melvyn Aguilar sabe ser esencial en su poesía, midiendo palabras, cortando todo exceso hasta deshuesar el hueso de sí mismo; sin embargo, ama desplazar al lector recurriendo al lenguaje enigmático. Llevándolo hacia las pequeñas cosas que él considera importantes. Pequeñas en sentido agudo, porque el autor bien sabe que en un átomo se resume el universo.
 ¿Por qué entonces construye una telaraña tan compleja? ¿Por qué juga a las escondidas entre calles cáusticas y mallas febrífugas/hemostáticas? ¿Será eso necesario para demostrar que un elefante sí puede balancearse sobre la tela de una araña?
 No lo sabemos.
 El libro se abre con la diafanidad de una paloma y toda la transparencia del amor filial. Pero es allí mismo que nacen las dudas sobre el hombre y su actuar terrenal:Un peldaño remonta cada jornada / pero no logra descifrar / en su necio intento / el laberinto que de la tierra / hemos hecho. Afirmación que conduce a la paradoja que el hombre vive a diario.
 Paradoja que crece enmarañada entre lo bíblico y lo doméstico, lo casi obvio y lo incomprensible. Si Eugène Ionesco se acogía a lo absurdo para evidenciar lo evidente, lo que el hombre ignora o pretende ignorar, Melvyn Aguilar se acoge a lo ignorado, lo rebautiza y certifica que lo absurdo es lo normal.
 Como la ruleta rusa.
 Como Xarxa D’Aranya, donde el orden desorientador en el que se suceden los capítulos y las formas poéticas empleadas, es un sello del autor. Es un afirmar (quizá involuntario) que su cámara enfoca el mundo de esa manera.
 Pero, Melvyn sabe que la verdad nunca es una sola y mientras la niña duerme que ya desde lo alto, / –como un rayo– / la abeja, en su tránsito de nieve / ha coronado con trigo / tu cabeza, nos recuerda que nada se pierde para siempre, porque en los márgenes / de la luna / apresada está / la memoria / del mundo.
 Como en un libro, esa pequeña cosa que debemos recordar.





XARXA D'ARANYA o el revés del espejoPor Cristián Marcelo Sánchez *


La poesía de Melvyn Aguilar es suntuosa, salvaje, mítica, impecable, fragmentaria, poliédrica; a veces parece una sinfonía; otras veces, el susurro de un fantasma desde el otro lado del espejo.XARXA D'ARANYA ( o pequeñas cosas que deben recordarse) es un poemario que no da cuartel a lector, fuera o alejado de la otra sentimentalidad o de la poesía de la experiencia, se levanta como un dolmen para mostrar los espacios en que las partículas del ser vibran enloquecidas por la cabeza giratoria de un artificio. No hay lugar para inocencia, no hay lugar para la Sra. Cacatúa, para el poeta snob de gafas a la John Lennon, no hay lugar para los niños que experimentan con la realidad del barrio, cuando los barrios han desaparecido y solo queda el vacío mirándonos a los ojos con una sonrisa maliciosa.
XARXA D'ARAYAN es la red de una araña trazada sobre las piedras de Nazca, es la araña que renacida transita por las tablillas, los papiros, el papel, los píxeles de las pantallas. Desde la profundidad de MEMORÁNDUM, por los recovecos de DISCURSO DEL TIEMPO, hasta TREINTA PESQUISAS, la poesía tiene otra manera leerse. Nos recuerda que el poema no es solamente una verdad, sino una amalgama de formas clásicas, barrocas, surrealistas, construcción en elipsis, interés por lo raro, lo extraño, de musicalidades sangrantes, y un yo que regresa de las catacumbas.
Melvyn Aguilar es un estilo, y el estilo es el hombre, dicen. XARXA D'ARANYA es un poemario que muestra la maestría del Melvyn, esa maestría que solo logran los genios o los dioses. Sus poemas tienen ese brillo, esa chispa que salta del infierno e inflama el corazón del lector-poeta, del lector-lector. Poemas densos como el aire, como el agua o la luna. El espejo está allí, Melvyn lo sabe, aunque el lector no se haya dado cuenta. Ecinue es Alicia, y Melvyn el conejo o el brujo en un extraño mundo entrelazado infinitamente en las palabras... Con el tiempo se olvidan muchas cosas que deberían recordarse. 


Desde el Callejón del Gato

miércoles, 31 de octubre de 2012

Cuatro textos de Isis




Tierra enferma

Ni lirios, ni hortensias asesinas,
ni sándalos procaces
en dardos o en gemidos,
ni oscuras magnolias sin sentido,
de paso o de piedad;
no importa cuántas.

Ni lazos de begonias
ni anémonas de azúcar;
ni amapolas de sed,
ni cuerda de violín tensa en puñales,
ni tristes ramilletes de estampillas
ni Alzheimer de elefantes,
ni frascos de formol estilizado.

Ni cascajos de pétalos roídos
rotando en claraboyas
de naufragio,
ni líquenes de hielo
hiriendo estalactitas
y cansancios;
ni carruseles de semillas castradas de mañanas
-carísimas, eso sí-
para darle algún valor a tus regalos.

Ni orquídeas sin textura
disueltas en jarrones infectados
ni aparatejos torpes derritiéndose en estantes,
ni baobabs enceguecidos,
ni cálices de Santa Lucías apagadas
ni robles de sabana
brutalmente mutilados
para que quepan en tu amplísimo jardín de nadas.

 Me voy.
Ni vas a notarlo.
Creerás que sigo protegida en la hojarasca.

Me fui.
Ni lo notaste;
porque en tu tierra enferma
no amanece
desde que mataste los pájaros.




11 de pericos

El 11 me reventó
en tonos de verde
jaspeados de azul, naranja y rojo;  
color de asombro,
desnudo sin censura,
que dejó de ser soledad
y de ser sombra
detonando cavas de Carreño
y usanzas adecuadas
a fuerza de oponer sacrílegos manojos
de hierbas
que parieron bosques
y hogueras de luces paralelas
que encarnaron
llamaradas de pericos.

Alzando la bandera
del escándalo
fui muchas y a la vez
la misma ala,
ojo de altura para recorrer mi historia
arrojando certeras piedras sobre cúpulas sagradas
batiendo azules de choque
para partir en mil placas tectónicas,
hiriendo nubarrones
sin temer mordazas asfixiantes
en la yugular de los huracanes;
anunciando mi presencia
con un grito,
retando un antiquísimo temor de dinosaurios…
desafiando fortalezas
por el cielo.

Y recorrí en bandada
territorios
para despertar el letargo de los muertos
y los ojos de todos mis tiempos;
batiendo desmesuras,
siendo muchas
y siendo todas alas,
rompiendo los silencios
y distancias;
para remontar el vuelo
cuando
y por lo que nos diera
la sacrosantísima y maravillosa gana.

Me volví descarado escándalo de pericos
ruidazal, exageración, festejo,
canto irreverente de cuchillos
ruptura de cualquier silencio,
de cualquier peligro;
barullo inagotable
que deja solo afrentas -cascarillas
en vencidos restos
de prohibidos.


Este 11 se me ha vuelto
rebelión irrefrenable
en mi alma de pericos,
revolotear eterno de libres carcajadas
para surcar el azul sin vértigo del cielo
trazando paralelas de desorden
absoluto
estrepitoso
sonorísimo
salvaje
infinito…
¡mío!



Zurquí

Fueron otros pasos
después la piedra,
y otro color en las noches
de tormenta
y sin canoas,
entonces,
los congos aullaron
una canción sin retorno.

Me levanté de tu hamaca
y en el camino de vuelta
se me cayó a jirones la piel
de un gran Caribe sin formas.

Con tu recuerdo abrazado
dormí todos los caminos
y cuando desperté
en la oscuridad del Zurquí
me lloraba en el alma
un hasta nunca,
un nunca más volví.



Caribe
  
Que no me encuentre su olor en las manos
ni la tregua de amor abierta
cuando los pescadores deslizaron sus botes al mar

Que no se acerque
e intuya el recuerdo,
la rabia de estar tan lejos,
la arena en mi pelo, su noche en mis brazos;
que no pregunte nada
que trasluzca su sombra en mi alma
el olor de su sexo rondándome el recuerdo
y este ardor de celo
que me inunda el andar.

¿Y si adivinara en mis ojos los suyos,
los gestos que le ando cargando
desde que me acerque a su boca
o el poema de las mediasnoches
mecido por cantos de congos
y hechizos de coral?

Cómo estar segura de que al pronunciar su nombre
no se me escapa su espalda
o que el tejido de su hamaca no está grabado en mi piel
y que si se me acerca mucho
comenzará a leer al borde
de ese espacio Caribe
de este furor de lluvia
que ahora me habita,
que es él.

Desde el Callejón del Gato

miércoles, 24 de octubre de 2012




El Río

     El río parece encriptado
tumbas llenas de mora
y este es el cielo
simple como una esfera
que gira.

He meditado sobre los muertos
los he temido

“…………Cuando pases por las aguas los ríos no te ahogarán,
cuando pases por el fuego, no te quemarás…”

Pero vi mi cuerpo como una tea
todavía los gritos retumban

-Mamá yo quiero que me quemen
-Pero en la resurrección dónde estarán tus huesos?

Quiero subir al aire y envenenarlo todo
Eva ven y hazlo conmigo
Matémoslo mientras duerme

El artista se aferra a la estatua,
duerme con ella,
sigo mi ruta
a la orilla de la calle
él mata los hurones

Y en la pantalla él mueve su cuerpo
- Ven aquí… come on baby light my fire!
El cuerpo se enciende

El mito esta muerto



A 100 km/hora

Los faros se prenden
en el mar de secreciones
nocturnas.
Sobre la arena del desierto
trepa la luna azul.
Viste la sombra.

En la pizarra  esta mi sueño:
el muchacho con cuernos
 lame mi frente.

Y despierto asustada con
cuerpos rotos en el firmamento.

Apegados al pecho de
los perros,
nos duele morder y
succionar.

Hace  unos años,
desde el último piso,
vi la ciudad desierta,
insignificante…

El pájaro termina su cena,
acaricia su cuerpo.
Lacerado por alambres

En la cima él le dijo
-todo esto te daré-
pero… ¿cómo lo iba a desear?

¡La tierra parece más seca!
Vimos los grandes reinos,
pero todo estaba muerto.

Bajé del monte,
me acerqué a un cementerio.
La tumba de mi abuelo era la más pequeña,
la más pobre.

-Todo esto te daré si postrado me adorares-
¿pero cómo lo podría desear?
Sueños,
 ángeles de collage,
adheridos a su cabello.

Yo lo encontré tirado,
en el suelo de un baño público
y mis manos llenas de mugre.
Yo joven y terco,
hombre mujer.
Ví mi género arrancado
y los ángeles violándolo

En la mesita de noche está escrito
a 100 km por hora
ha caído el hijo
¡perdido!
en una bolsa de escarcha
¡hasta asfixiarse en brillo!

Se corroe mi farsa,
mis labios de cobre.
Cien años a 100 km por hora,
¿qué me queda?
¿Vas a lanzarte?
¡ese es el número!



Los Dioses

En las fosas de la desesperación,
corro con el beat
y me arrastro más profundo.
Hago espacio
hacia el útero como un demonio
violento, que rasga los móviles
suspendidos de la noche.

Jóvenes cautivos en
eternas avenidas
no encuentran su calavera.
Encuentro la mía
que me desviste
con sus torpes dedos
para lanzarme más abajo
más profundo,
para  despedazarme
contra el infinito.

Mi madre llora
porque soy muy joven
para ser tan frustrado.
Me veo en el espejo,
contemplo mi piel
y no hay imagen más falsa.

Hago poemas en luces de neón
para que alumbren la oscuridad
de mis sueños.

Escupo mis noches,
destruyo los ojos del delfín,
quiebro el cántaro del aguador,
entierro a los niños
bisexuales, los escondo del 
mundo.

Me siento tan torpe, tan falsa,
llevando el estandarte de la nada.
Ella me sorprende en el camino
y se abalanza hacia mí como un
animal que vigila desde las
esquinas de mi cuarto.

Derribo a mis ídolos
y  quedo sentada con mi propio
dolor.
Con todo el que puedo crear.

Pero no hay vuelta atrás cuando
mueren los dioses.

Todo parece vacío
cuando la calavera marca la ruta.

Veo el colapso
del paraíso
y los dioses lunares
muertos en su trono
por una sobredosis.

Ellos son tan vacíos como los
dioses del día
y sus huesos tan secos como los míos,
El camino sangra y se inunda de llanto
Pero necesito exprimirlo hasta que
se agote.

Cuando no pueda más
seré como el ave que se estrella
contra el parabrisas.

La muerte habrá desaparecido
Y no podrá amenazarme.

La calavera será sólo un adorno
Esta es mi ofrenda.
Desde el Callejón del Gato

viernes, 13 de julio de 2012

4 TEXTOS DEL POETA FRANCISCO MUÑOZ SOLER





UN AMIGO DE CONFIANZA

Un amigo de confianza
ejemplar casi extinto
en la frondosa selva
donde tantos animales sueltos van
con las uñas afiladas
y pendientes de arañar.


A VECES CUANDO VOLVEMOS

A veces cuando volvemos
de tu terapia vespertina
por la larga y desnuda avenida
tengo el cariñoso impulso
de dejar que te adelantes
y tomar unos pasos de perspectiva,
para mirarte detenidamente
sentir pausadamente como creces
ver como vas ganando autonomía
y se acrecienta tu natural hermosura.


ESAS TEXTURAS

Esas texturas que dejaron
sus emociones y sabores
en el paladar de mi alma,
ese refrescante guarapo
esa agua de pipa
ese mote con huesillos
esencial mixtura de mí mismo.


EVOLUCIÓN COGNITIVA


Afirman los físicos cuánticos
que un mismo átomo
puede estar en dos puntos distintos
al mismo tiempo,
que la constante es la incertidumbre;
quizás algún día descubran
en qué estadio electromagnético
pacen nuestras ánimas
cuando se desprenden de nuestros cuerpos.

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Poeta español nacido en Málaga el 24 de Diciembre de 1.957 
Desde el Callejón del Gato

martes, 19 de junio de 2012

YO QUISIERA VER LA PAZ CANTANDO POR EL CAMINO (sobre la actual situación política panameña)




















I
Del devenir la consigna
ha de ser la Patria nueva
que contra el "loco" subleva
la potestad que se asigna.
No valdrá que se persigna
por sotanas amparado
cuando el Escudo vejado
de la Patria lo abandone
y en efectivo le abone
la paga de encarcelado.

II
Paradójico recoge
la enseña que al suelo tira
entre verdad y mentira
a según y se le antoje.
Por “congo” a su pueblo coge
olvidando qué avispero
es el “citado” y cuán fiero
puede ser su terquedad
versus tanta necedad
ambición y desafuero.

III
Yo quisiera ver la paz
cantando por el camino
que ensombrece el asesino
sordo insolente y rapaz.
Ha resultado incapaz
de llevar por buena vía
el anhelo del que un día
depositó su confianza
con el voto que es balanza
y látigo de porfías.

IV
Es entonces que retomo
la metáfora del río
de cierto Maestro mío
para cerrar este tomo.
No es burro que a palos domo
el que no entienda de historia
ni el que no tenga memoria
de lo antaño sucedido
¡pobre del que haya vendido
la bandera por escoria!




Desde el Callejón del Gato

viernes, 27 de abril de 2012




Una doble mirada al libro Equilibrista del olvido de Zingonia Zingone 



Equilibrista del olvido o el libro de la expiación
 Presentación de Equilibrista del olvido de Zingonia Zingone por Osvaldo Sauma


Para poder presentar este libro, no me quedó más remedio que pedirle prestadas unas palabras al poeta Juan Gelman;  no sólo por el aserto y el acierto inobjetable que contienen, sino porque son  idóneas para la ocasión. De ahí el parafraseo.

“Este honor, esta alegría emocionada de presentar a esta poeta, su obra, tropieza con tres muros infranqueables. En el primero alguien ha escrito que la poesía habla por sí misma. En el segundo está escrito que la poesía habla por sí misma. En el tercero, que la poesía de Olga Orozco habla por sí misma. Entonces no la estoy presentando. Apenas la estoy acompañando”.

Esta poeta sujeta al dictado interior de los días, a una poesía convertida en destino, en testimonio vivencial de su propia herida; nos enseña a sortear los vértigos de la existencia y el conflicto interior que todos compartimos, más allá del género y sus tribulaciones.
Poseedora de la esperanza de quienes han tocado fondo, su escritura, refleja también, el hondo secreto de la mujer, que siendo poeta nos revela la ansiada comprensión, como vaticinara, hace casi dos siglos, el querido Arthur Rimbaud.

Líbrame de mi terquedad /de las ciegas cadenas /que cargo por ser hija de Eva/ de la carne y su vanidad / del vacío y sus matorrales.
En equilibrio, sobre el vértigo desafiante, Zingonia clama a la provisión divina para alzar de la tierra nuestra precaria humanidad, aunque sea a la altura de la cuerda floja del funámbulo.
Desde ahí se puede ser el juez penitente de la caída del yo, y observar liberado, por la confesión de la culpa, la ruta de la resurrección a través de la palabra, aunque sea al borde de la justificación y la duda, pues “todo es vanidad y el arte un espejo”.  Una máscara de ese gemelo incómodo que al desenmascararse, nos desenmascara.
es peligroso / mirarse en el espejo/ y dejar que ese rostro / se apodere de tu rostro/ que esos labios/ sonrían/ una risa que no tienes.
¿Qué se puede hacer cuando la esperanza subyace prisionera de nuestra propia vanidad? Acaso hasta el ingenuo diablo caería en las redes de la altivez humana,  como un alado bicho del Bosco en medio del Jardín de las Delicias.
Entonces, ¿cómo buscar la redención? Vivimos recelosos del vecino, todos estamos hechos con la misma tela y no es tan fácil amarse a uno mismo, aunque aún persista el complejo de superioridad.
Pareciera que a través de estas páginas, sólo nos queda el lamento o el silencio, ese diálogo de la soledad a través del cual el poeta espera “hablarle a Dios un día”.
Miro al prójimo con amor de prójimo / admito mi incapacidad/ confundo el amor con otro amor. / ¿Qué ejemplo seré para hijos/ hermanos  otra gente? / ¿Qué ejemplo serían aquellos /seres ejemplares/ si conociéramos los pormenores/  de sus intenciones?/ Nunca seremos hormigas/ cabizbaja muchedumbre/ en elevación del bien común. / Nunca el hombre será santo/ los santos sólo han nacido en piel de hombre/ para contar un cuento/ para redimir lo irredimible.
A primera vista, sin leer entre el silencio de los versos, el lado oculto que poseen, uno podría deducir; que no hay ser humano en el que persignarse, ni paraísos posibles sobre esta nave terráquea y que sólo Dios en su más allá podrá redimirnos, aunque persista la condena de ser prisioneros de la esclavitud del pecado. ¿Habrá la loba engullido la esperanza?
Porque cada día mueren miles/ y miles matan/ cada día nacen crónicos batalleros/ de la existencia. Mientras… nosotros, los ciegos habitantes del pueblo global / seguimos como Ismene / caminando cobardemente por la historia / refugiados en la red, ojos agachados / como si todo y nada estuviera aconteciendo… ¿Qué de nosotros si Antígona / hubiese depuesto su alma?
Pero  a pesar de las desgracias de la  vida, la ciudad eterna e invisible donde habita la poeta tiene recovecos, refugios, sin timbres ni nombres desde donde mirar al otro entre la esperanza y el olvido,en medio de los malabarismos de la soledad. Y así, después de haber auscultado y escarbado el mundo de la ilusión se le da la sepultura merecida;  para iniciar el ciclo, ya sin pasado, a lomos del viento y lejos de la ensoñación.
Si estuvieras a mi lado/ sería lo mismo/ no se resolvería el enigma / y seguiría sin leer el periódico/ seguiría pensando/ que no puedo hacer la diferencia/ ni en tu vida ni en aquella/ de ningún otro hombre.
La verdad encandila, enceguece y es abrumadora, pero sólo ella nos hará libres: por eso lleva razón el amigo Pietro Federico, cuando nos dice: “Este libro comienza con un triple final. El fin del pasado, el fin del futuro y el fin de un sueño”.
De ese modo Zingonia, respira las olas del destino, convierte lo exterior en interior, nos lleve de la mano entre las ruinas de su quimera, nos muestra, también, la lumbre de ser madre, los objetos personales más cercanos, los pasos avisados de su expiación y la paz interior encontrada a través de la oración y de su fervor a Dios:
Hoy también me acerqué / a la Eucaristía / para atrapar el Verbo / que ilumina esta soledad. 
Cosmovisión que comparte, para mí, con la poeta Argentina Olga Orozco, en lo que nos dejó dicho:

 “Que el amor es muy peligroso y la dicha vulnerable,… pero que siempre hay una última salvación esperanzada. No la esperanza en sí misma necesariamente, pero sí, al final, en una esperanza religiosa… pues el poeta que se busca más allá busca también más arriba. A medida que asciende desanda el camino que hizo el Verbo y va a llegar al punto de la unidad primera cuando éramos uno con la Divinidad”.
Divino Niño. Tú que/ nos viste tomar güisqui/ y entusiasmo/ escucha mi oración: /en las dificultades: ayúdalo/ en las tentaciones: defiéndelo/ de los enemigos del alma: sálvalo/ en sus dudas y penas: confórtalo/ con tu inmenso poder: protégelo. / Amén.
El balance entre el amor profano y el amor Divino es la pértiga que sostiene a flote la zozobra sonriente de ésta avezada equilibrista , pues además de su fe, coincide, a través de la poeta que lleva en sus adentros,  con E.M. Cioran, en eso de que… “Dios es el interlocutor irreal y sin embargo existente del hombre totalmente sólo. Sostengo que no se ha conocido la soledad absoluta si la posibilidad de Dios no ha acudido a nuestra mente. Dios es la expresión positiva de la nada, la metáfora última del hombre solo”.
Para Zingonia el reino de los cielos también está en la tierra, lo sabe por experiencia propia y porque consultándole a diario a la cruz, encuentra: paz, liviandad y sonrisas. Una fórmula eficaz para aligerar su trayecto y no precipitarse en el desequilibrio.
Espero afanosa el domingo: / la casa del señor. / Una mínima iglesia de adobe y campana / sumergida en las colinas / de olivos y cielos tersos. / Te ofrezco Señor, renunciar / a los excesos de esta vida / moderna
Así, con la cuerda tendida entre la experiencia personal y la experiencia mística, la sombra de su otra voz busca atrapar el verso que diga la verdad y muestre sus aguas cristalinas, pues sólo a través delos ojos de los niños, o en el pico de un ave migratoria, acontece el porvenir para ésta poeta, que hoy nos cuenta su mejor historia.
Alguien me empuja a romper los esquemas / a caminar en la verdad / con la fortaleza de los mártires / el desapego de los locos / Alguien acaricia el corazón transparente / pone y quita las piezas / del gran jeroglífico / posee la fórmula mágica / de mi gozo / Alguien me entrega a diario la luz.

Osvaldo Sauma
San José, abril 2012



Equilibrista del olvido: fe y escombros por Alfredo Trejos   
                                                   
Zingonia Zingone, metida en una bota, ve hacia todas partes y concluye, sin la menor ostentación, que si está todo está así de oscuro es porque a diario recaemos en antiquísimos comportamientos, en maldades, en egoísmos, en trucos evidentes. Aquí la poeta hace crónica de un mal terriblemente raro: el propio, el que le toca, el que le han impuesto; pero es valiente y escribe una sentencia amable, de corazón, pero sentencia al fin y al cabo. Y sigue su camino a solas. La soledad entre objetos fieles es más soledad, creo que me dice.

En toda la poesía de Equilibrista del olvido, la autora se heló a un precio impagable. Increpa—por ejemplo— a nuestro amigo suicida, a las decisiones injustas. Para Zingonia si algo va al espejo, casi siempre al mismo tiempo algo hostil y malogrado vendrá de él. Instruye desde una perdición que, si bien jamás conocerá, la ha padecido a manos y besos de otros. Con autoridad marcial llama ilusos a los que osan meterse con ella sólo porque sus asuntos son asuntos de la poesía, ese verdadero poder superior, quisiera yo pensar. Hay un revés, un lado chueco, lleno de actos siniestrados, de tentaciones, contra el que ella se sabe impotente, contra el que escribe al menos. En estas condiciones ir en paz nunca es precisamente ir en paz.

Aunque no tolera espíritus torcidos, Zingonia se permite atrevimientos, unos pocos. Ama y gusta de ser amada, se sumerge en rituales con ambiguas intenciones en las que la piedad y la ambición creadora (quizá la más humana de las ambiciones) no desentonan. Como Erasmo, expone que dos de las posibilidades para escapar de esta vida miserable son la utopía y el arte. Las otras son el sueño, la locura y la muerte. Ella insiste en la utopía y lucha a mano limpia en el arte. Se le agradece al final que insista en orar dulcemente por aquel de quien cree más lo necesita o lo merece. La suya nunca es una intromisión cuando parece confesar faltas que le son ajenas porque son las de todos. Presa de su última moneda, nos quiere convertir y falla. Pero está bien. Ante la cordillera del dios en el que me cuesta creer, después de leer este libro, todo sigue siendo patrimonio de la más negra lástima. ¿Qué queda entonces? Para mí, lo que queda es la bondad y la sinceridad de Zingonia Zingone al compararse con una ciudad inacabada.

No creo en las visiones. No al menos cuando se trata de poesía o cuando éstas se consideran un don. Es por eso que me hallo tan a gusto en las imágenes reveladas por Equilibrista del olvido ya que son ante todo materia, sutiles aglomerados a merced de los sentidos. Es poesía de este mundo, peatona de este mundo. Una vez más siento en ella que es posible comunicar y poetizar con suma perfección casi como si fueran la misma cosa. Una vez más Zingonia obtiene (quizá hoy con más convencimiento y mayores recursos) una sincera confesión de su realidad.

Hay fe y hay escombros en estos poemas. Padecen de repulsión al mundo tal y como es: tajante, irresponsable y sucio. Pero se leen con fascinación porque rebotan en el cuerpo como si fueran turbias caricias que son en sí un obsequio, una ofrenda, una espina de mujer que hiere y cura. Zingonia exhuma una bodega de antigüedades —como hay tantas— en la que se encuentran el pan, el perro herido, las frágiles compañías, las ausencias cínicas, la música que amarra sus naves a un fatigado tronco. Yo conozco a Zingonia: ella es así. Acostumbra poner perlas donde no hay nada.
                                                                                 
 Cartago, abril de 2012


Desde el Callejón del Gato