
Aplausos
Desde el Callejón del Gato
Desde el Callejón del Gato
Aplausos
Desde el Callejón del Gato
El Degollador de Pukará
Si
yo soy el degollador de Pukará aquel que
a escondidas temen
llevo en mi pecho
cercenado
el tótem de la extirpe
enamorada
y en mi brazo anudado
de misterio
el puñal promuntorio
del olvido
he venido
hasta aqui
pirámide trunca y
escalonada
tu cuerpo
a ascender en tu mítico pórtico
aliento
A subir
los peldaños incólumes
de tus senos
y en tu altar
donde late en enigma
tu sexo
cremar el pasado matarlo en cenizas.
Al fin y al cabo
nada quedará
consumiendo el recuerdo
ni el silencio cómplice
ocultando el dolor
nada
sólo el vacío
vasto e inmemorial
de tus míticos cabellos
alentando insistente
a la memoria
de tus pasos milenarios
pequeño hombre
de huaca prieta
a pesar de tu
búsqueda
desesperada
en las playas desoladas
del olvido
de la voz intemporal
de los silencios
TU VOZ
Del Follero titulado “Deliriom Tremens” Del poeta Peruano Leo Zelada ( Lima 1970)
que da cuando se compromete
se dice que es íntegro (o íntegra)
porque integra al hombre a su comunidad
y lo redime de la vergüenza
de pasar en silencio en medio
de la asamblea de su gente.
*
KUNG FU
En las artes del movimiento
el bastón enseña a saber
que es mala onda
convertir las herramientas
en armas.
*
Es necio
quien
con una lámpara en la mano
camina en sombras.
Video de CMR.
Poema “El Lector”, Panegírico a Don Salomón de la Selva Et In Memoriam
La poesía de Melvyn Aguilar es una poesía destilada en las mejores tradiciones literarias. Desde diversas formaciones culturales se percibe la autenticidad del trabajo poético con la clara conciencia del oficio milenario. Es que Melvyn Aguilar es eso: un amanuense, un trabajador incansable de la palabra desde el asombro que produce el estar vivo tomándole el pulso a la vida.
Por eso sus Territorios Habituales son las imágenes refractadas de lo que se ha ido pero regresa en forma de verso, es decir, de sueño, de promesa, de solidaridad, de empatía.Territorios Habituales nos convoca al conjuro de la poesía y a la reunión del encanto en una plaza habitada por las derrotas, las miserias, los golpes y las esperanzas del poeta.
Es poesía que nos recuerda, ácida pero tiernamente, “que no nos perdonamos nada, ni la manzana, ni las cobardías, ni las ausencias”.
Adriano Corrales Arias