(Sordina para Dino Campana)
Estoy bajo los sauces de siempre. El humo dilecta
y escancia y me hago como el que nada sabe.
Pliego mis brazos para descansar en una sombra
y me aterran los gusanillos que merodean mis
zapatos. Estoy bajo los sauces de siempre donde
no hay la arena suficiente para dibujar tus pechos.
Otros quienes bajan cantando de la parte alta de
la ciudad. Yo los oigo ¡Evohé, Evohé, Evohé! No
puedo con tanta elegancia, con tanto fragor
repartido entre las piedras y el resol. Estoy donde
siempre. Desde aquí veo pasar la orfandad, un toro
hecho de silencios, una caravana de hombres
rumbo al desierto o lo innombrable. Estoy bajo
los sauces y digo adiós como un soldado
desconocido, como un apatrida del agua que ya
no convoca a sus aliados.
¡Evohé, Evohé, Evohé! Sigo escuchando a los que
buscan el desierto y caen rendidos como estatuas.
Yo los veo. Yo los oigo. Yo los aplaudo.
La soledad de los poetas de fondo
Tocan a la puerta, Lord Byron
baja al jardín
y muere
Y así sucesivamente
unos tras otro
nos hemos quedado sin poetas
Cero jardines
acaso una puerta
amachambrada por demás
a la que tocan y me dispongo a abrir
Ruego que sea el cartero
el cobrador de aguas
La sibila de diciembre
Lord Byron
no sé.
Textos tomados del poemario "Campos de Belleza Armada" del poeta cubano Reynaldo García Blanco
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Desde el Callejón del Gato
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