I
domingo, 17 de octubre de 2010
Un texto de Jonathan Castro
La infancia me enseñó a vivir
sin juguetes de moda
con arrogancia aprendí a jugar
a la autopsia con ranas.
A quedarme inmóvil
bajo las canoas rotas
a llenar de tierra
mis uñas comidas
Aprendí de memoria
los juegos de los niños
tras el portón negro
que me fue prohibido cruzar.
II
Ya no temo a esta opacidad:
es a mí
como al oro el brillo.
Desenfunde señor: sonría,
finja interés en algo.
No.
Esa danza de escrúpulos,
pensar en lo que diré
y en lo dicho
no me sirve.
Siempre acabo
como el cohete presumido
del cuento de Wilde.
III
El cielo es antesala del infierno.
Un lugar donde se aprende la dicha
una vez y para siempre,
entre tus piernas.
El infierno es el salón siguiente.
Ese buscar la salida,
no ya hacia ti
sino fuera.
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Poeta Melvyn amigo:
ResponderEliminarInteresante el tríptico de Jonathan.
El viernes pasado salí a tomar y tuve un problemilla por lo que no pude asistir al Bar Rayuela (borracho por las calles del pueblo perdí el equilibrio y mi frente fue a dar contra el cajón de un carro).
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.
...no desea adelantarle la noche de brujas a nadie. Jajaja!
ResponderEliminarde alguna manera me identifico con este primer poema, recuerdo la bici que una vez mis padres me compraron, la misma que nunca mas luego del 25 de diciembre, volvi a salir, pues a mi padre todo sitio le parecia peligroso, y asi con muchas cosas mas, en mi vida, que mio progenitor por andar de sobreportector me hecho a perder, sin duda reconosco ese porton negro...
ResponderEliminarhay frank, que "guevazo" seguro te diste, je jeje
El cielo es antesala del infierno.
ResponderEliminar"Un lugar donde se aprende la dicha
una vez y para siempre,
entre tus piernas.
El infierno es el salón siguiente.
Ese buscar la salida,
no ya hacia ti
sino fuera."
¡Describir el cielo y el infierno de esta manera! Una maravilla.
Un abrazo