jueves, 24 de junio de 2010

Tres textos sobre la presentación del libro: Variaciones en Torno a la Trayectoria de una Hormiga .

Foto:Jairo García,

Tres textos sobre la presentación del libro: Variaciones en Torno a la Trayectoria de una Hormiga.
(Jairo García Céspedes / Selene Fallas / Melvyn Aguilar)


Jairo García Céspedes

“No tengo las herramientas necesarias para analizar con profundidad esta poesía que es de una densidad nuclear. En cambio, con sencillez dejé que cada sensación, despertada por sus versos, me invadiera plenamente. Así descifro como es que la trayectoria de una hormiga, insecto conocido por su temple y su claridad de objetivos, dista mucho de ser una línea recta, para convertirse en sinusoidal y en una manifestación inequívoca del eterno retorno.

Una cinta de Möebius como fue descrita por Melvyn Aguilar en el prólogo del libro. Pero no una cinta cualquiera, sino una en más de tres dimensiones, y el tiempo, la más flexible de todas las dimensiones, es la que mantiene la unidad del libro. Son los instantes los que quedan atrapados entre sus estrofas.

¡Ah, ese tiempo! El que creemos inexorable, el marcado por el devenir, el indicado por la segunda ley de la termodinámica, por el aumento de la entropía. Ese mismo tiempo al cual le pedimos con añoranza que invierta su flecha y nos devuelva a un pasado que percibimos feliz. Ese que cuando es dulce parece no transcurrir y cuando es corrosivo deseamos que pase pronto. Si, ese tiempo que lo creemos absoluto, que es más relativo de lo que teoría de la relatividad misma plantea. Convenientemente, la escritora propone fechas y lugares, tanto fantásticos como reales (Ítaca, Ur, Múnich y Poás) para enfatizar esa captura del intangible tiempo dentro de las poesías.

Herman Hesse afirmaba que a Dante se le olvidó crear un infierno para torturar a los escritores malos y para su triste séquito de incondicionales. Recuerdo cuánto gozó Angélica cuando le dije que por eso uno debía escribir hasta que supiera hacerlo bien, pues de lo contrario arrastraría consigo a los incautos lectores. Pero hoy, quince años después, muerto de la envidia, la lectura de “Variaciones en torno a la trayectoria de una hormiga” me deja la agradable sensación de que no habrá una seccional del Hades letrístico para Angélica Murillo (y de que no iré allí por apuntarme a su lista de prosélitos)…”

Fragmento tomado de cantonpoas.com

http://www.cantonpoas.com

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Selene Fallas

San José, 2010 d.C.

Esta noche nos reunimos para acercarnos a un libro de poesía que surge del diálogo con la Historia, la filosofía, el mito; esta noche fuimos citados a las siete de la noche en este Centro Cultural para escuchar la poesía de Angélica Murillo y, aunque las siete de la noche en Costa Rica, muy rara vez significa, las siete de la noche, eso hoy tiene menos importancia que nunca, porque, aunque respeto el tiempo de los otros, tanto como el mío, la obra de la que la vamos a hablar hoy, los poemas que escucharemos hoy, no tienen el menor respeto por el tiempo, por lo que significa una hora o un milenio, todo se diluye en un complejo universo de imágenes que juegan con nosotros, del mismo modo, que un niño arma un ejército con granos de frijoles. Somos sólo piezas para que este juego pueda desarrollarse en la pluma de una autora que hoy nace “oficialmente” para las páginas de la literatura costarricense y que, estoy segura, llegará a ocupar un nombre en las páginas de la literatura universal.

El dragón, es un personaje mítico, enemigo por antonomasia de los caballeros medievales, uno de los doce animales privilegiados por Buda y preservado en el horóscopo chino, símbolo de poder y fuerza, además ha sido símbolo de la maldad, del mismísimo demonio, de las fuerzas del infierno, pero El Dragón, más que un ser mitológico es una poeta que presenta hoy un libro titulado Variaciones en torno a la trayectoria de una hormiga.

Este es un libro que reinventa el mito desde una perspectiva lúdica, el juego de palabras marca la evolución de todas las civilizaciones y es el sello estilístico de esta obra en particular. La poesía, la palabra es el hilo de Ariadna que conduce al lector por las ciudades y los siglos que se muestran, recién nacidos, en estas páginas.

La infancia, la muerte, el sueño, el bosque, son escenarios recurrentes en estas páginas. Perderse en estos versos es fácil, las palabras plantean personajes y espacios que se deben ver con ojos nuevos, de lo contrario, serían irreconocibles, los espacios y personajes se decostruyen para generar nuevos espacios y personajes, que toman referentes en el inacabado diálogo entre civilizaciones, acá la propia poesía se define como un tránsito, más bien, como la posibilidad de un tránsito y se presenta con rostros y lenguajes diferentes, el lector debe estar atento, de lo contrario confundirá un verso con una nota al pie de página, o soñará que leía un libro que podía conducirlo al laberinto donde el minotauro tenía cuerpo de toro, pero cabeza de dragón y en vez de escupir fuego retaba, como la esfinge, su intelecto.

La autora sorprende al lector, no sólo por su estilo fresco y depurado, sino además por su capacidad de hablar de la Historia desde una perspectiva que va más allá de los hechos y las filosofías. Un hablante que parece haber escuchado los hechos de labios de los dioses que cansados de secretos decidieron compartir el fuego. En estas páginas parece que quien custodiaba el Jardín de las Hespérides, decidió abandonar el silencio y empezó a escribir su versión de la Historia.

Algunos poemas ofrecen insólitas relaciones entre el sueño y la poesía, la palabra que es capaz de crear una vida, o el sueño de una vida, la palabra que también puede ser una sentencia de muerte o que puede soñarse como una sentencia de muerte, los labios de la pitonisa van revelando lo secretos del oráculo, el oráculo que nos deja sumidos en la terrible certeza de que somos y seremos siempre atletas que en la arena luchan a muerte por la vida, tan solo para divertir a los dioses. Los atletas luchamos a muerte en la arena, porque no hemos entendido, parece que no lo entenderemos, que podemos ser mejores que eso, que la batalla es siempre gratuita cuando su propósito es justificar una vida sobre otra.

La hormiga, insecto adorado por los antiguos tesalios es símbolo del trabajo y la previsión, además en India es símbolo de la pequeñez de lo viviente, pero en este libro parecen ser el símbolo de la insignificancia de la humanidad, de lo poco que abarca la vida de un ser humano, de una civilización entera ante la Historia y la cantidad de siglos y hechos que la conforman.

El amor entre hermanos, el deseo por el conocimiento, los ritos que algunas religiones realizan simbólicamente para obtener comunión con su dios se plantean más allá de lo simbólico, se convierten en un hecho más de las civilizaciones conocidas, el cáliz humano que permite, en este caso, acceder al conocimiento ancestral y primigenio, estos ritos que se experimentan para dar un sentido a la propia existencia y un valor sagrado al instinto, al deseo que mueve las acciones

Los poemas tienden a ser cosmogónicos y desafiantes, cada espacio y cada era se recrean desde la cotidianidad y el juego, la metáfora de la niña que encuentra un manojo de viejas fotografías y que no puede saber, a ciencia cierta, qué personajes tiene ante sus ojos, parece aplicarse a toda la historia, pues si bien, se pueden generar hipótesis y recrear condiciones, la verdad sobre cómo fueron los antecesores, es siempre vaga, imprecisa, como el recuerdo, incluso, de la propia infancia.

Este poemario es una invitación a repensar la vida y las palabras. El libro es un diálogo entre la ciencia y el mito, el silencio y la palabra, la filosofía y la poesía, la historia y el relato, el sueño y la vigilia. Este es un libro que cautiva y reta al lector desde el principio, un libro donde el tabú deja de ser, esta es una poesía ante la que hay que mantener una actitud lúcida, no es una danza, es más bien una partida de ajedrez ante un adversario que logra siempre el jaque.

Lo que pueda decir sobre este libro será siempre insignificante frente a la magnitud de estos poemas que dan cuenta de una autora madura, con un amplio bagaje que se muestra sólida y capaz de dialogar con los poetas universales que han contribuido a la evolución de esta rama de la literatura que ha generado tan célebres y diversos tomos a los que hoy se suma esta producción, que tuve el honor de presentar ante ustedes.

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TOPOLOGÍA DEL ENCIERRO

(un laberinto sin puertas , sin tabiques)

Melvyn Aguilar

“¿En qué otro lugar podíamos vivir en las drogas y el sueño? Solo aquí, en el viejo reino de los hijos de Cronos.”

Debo advertirles, que al menos para mí, la lectura de “Variaciones en torno a la trayectoria de una hormiga” me ha hecho reflexionar seriamente sobre el sentido solenoidal de la existencia. Luego de página tras página, de poema tras poema, de una u otra manera me encontré repentinamente balbuceando vocablos como: hélice, eje, círculo, vórtice, fluido, muralla, ciudad, pozo, movimiento.

En “Abscisa” los naufragios son poco probables, sin embargo, es prerrogativa propia decidir cuál de nuestras manos marcará la dirección que ha de llevarnos al raso sin fondo, sin tabiques.

En “Ordenada”, acaso un tanto más probable, la turbación univiaria, el desorden de los sentidos en los jardines de Caboni o el “equívoque” concéntrico sobre el plano circular del mapa de Jericó –pasitos en círculo en el solarium del manicomio– nosotros fantaseando las vías muertas, previendo los caminos sin salida, las posibles bifurcaciones de un mismo plano en donde la puerta de salida es la única y al mismo tiempo la entrada.

En “Cota” posible es aún el no perderse, precisar como los Astrónomos de Uruk cuál de los puntos que se elevan sobre la superficie podría ser ­–nuestra estrella– ; “icarizarnos”, trascender lo plano, llevándolo, proyectándolo al espacio y decidir seguir viajando por el vórtice o establecer en qué punto de la espiral pretendemos anclar la nave.

Nos dice Angélica Murillo en un fragmento del poema Fábula del Tiempo y las Cosas Legendarias”:

Es ¡A! –dice el abuelo– ya se ha ido.

Y luego

de tanto retorno se aleja

e irrumpe en mis sueños

en forma de barca.

Y queda la pregunta:

¿Será siempre así?, que el irse necesariamente funda un retorno, que el desplazarse sobre una trayectoria establecida en un determinado momento, nos hace volver de forma tangible o intangible al mismo punto de partida. Y si esto fuese así, ¿acaso no hay algo de encierro en esas idas y venidas, algo de asilamiento, de claustro en ese desplazarse físico? O “será que hay una cinta Möbius esperando en nuestra alma y que de cuando en cuando la escuchamos gritar ¡quiero salir, quiero salir, quiero salir!

Es que somos criaturas fluyendo, moviéndose, desplazándose sobre una superficie, seres contenidos y atrapados en el espacio; empero cuáles elementos serían los que constituyen esa sensación de encierro, dónde estarían los limites, los tabiques, los lados del contenedor imaginario del mundo “X”,”Y” y “Z” que habitamos.

Para una criatura de dos dimensiones –interpretando a Devlin– obligada a vivir en una superficie, la noción de “un lado” no tiene sentido en absoluto; de igual forma carecería de sentido hablar de lados en nuestro mundo tridimensional si estuviésemos ubicados en una cuarta dimensión.

Pero nuestro mundo tridimensional sí tiene lados y estos lados tienen sentido si incluimos la dimensión del tiempo como una coordenada más en el mundo de las diestras y las siniestras, de los arribas y los abajos y estos lados se nombrarían correspondientemente como “PASADO Y FUTURO.”

Nos dice la poeta

Despertaré como los juncos junto al río.

Para beber del alba la mañana

del sol el brillo y el camino.

De la brisa escucharé

el árbol de los siglos.

Escher nos advertía “…los seres humanos son incapaces de imaginar que el curso del tiempo podría detenerse alguna vez. Aun y cuando la tierra dejase de girar sobre su eje, y alrededor del sol, aun si no hubiesen mas días y noches, ni más veranos ni inviernos, el tiempo continuaría su curso hacia la eternidad.”

Y entonces ahora sí que podría haber naufragio –nos insinúa Angélica Murillo en su propuesta poética– pero este sería: un naufragio de la memoria en el laberinto del tiempo.

Por eso es que Ciane, la ninfa, llora por el rapto de una niña. Ciane es tan solo un pequeño río circular. A sus orillas crece una planta sagrada de la que se sirven los magos para escriturar el tiempo, para el conteo de los días, los soplos y los instantes. Ciane sabe que la niña arrebatada por el jinete de los cuatro caballos negros es la memoria del mundo y que sin ella las criaturas están condenas a olvidar.

Aquí si hay naufragio posible, nosotros viajando, fluyendo por el vórtice de una doble espiral que se muerde la cola, enfrentándonos a distintas crispaciones, a distintas calinas, a disímiles cantos de sal y tempestad; luchando con esa criatura que asoma cresta de foscas escamas estelares –batallando contra el tiempo y siendo en el tiempo–, aquí si hay naufragio. Cuidado con nuestra memoria a flote, de descontrolados hundimientos en lo asombrosamente azul de lo interno: desplazamiento y búsqueda, desciframiento y olvido, retorno en el doble espejo del transcurrir.

Izaremos velas blancas para la ida y velas negras para el regreso e iremos desenrollando el hilo de plata, mas no es la condición buscar la salida ni matar al minotauro, sino anudar la cuerda en puntos y momentos claves para saberse en presencia de castalia y escuchar el oráculo de la mujer serpiente o reconocer el pozo de aguas livianas que fundó Lu yu, el hacha y la morada del dios de colmillos retorcidos y cuerpo de reptil y los cuatro caminos que conoce el jaguar.

Este libro tiene una doble condición, es al mismo tiempo el ovillo y el laberinto. Variaciones en torno a la trayectoria de una hormiga es físicamente, si se quiere, un texto pequeño, pero a su vez un portal que invita, eso sí, bajo nuestro propio riesgo, a entrar en un juego de encrucijadas y bifurcaciones de más de tres dimensiones y a viajar por sus corredores multidireccionales siguiendo un protocolo cifrado de fechas y acontecimientos.

Entre líneas nos plantea o nos advierte su autora en el poema “El Clan”: El mundo es un inmenso caldero y aquél que cae en él no sale nunca. La historia es un ídolo con pies de barro. Es necesario que el día suceda a la noche. Ésa era la ley. El devenir está en el ser y uno es más que dos.

“Dos caminos reúnanse aquí: nadie los ha seguido hasta el final.”


Desde el Callejón del Gato

3 comentarios:

  1. Estimado Melvym: indiscutiblemente, los artículos arrojan mucha luz sobre el texto que comentan. Es una lástima, que por cuestiones de trabajo no puede arrimarme a saborear la nueva poesía costarricense.
    Un abrazo fraterno

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  2. Poeta amigo Melvyn Aguilar:

    Lástima no incluíste algunos textos de la nueva publicación, quedarían más en contexto los tres artículos pues el lector podría comparar algo de la obra y por dónde van las opiniones acerca del poemario. En un blog eso es muy dable, el espacio es ilimitado, creo, se debe aprovechar este formato: en revistas como Áncora casi nunca dan espacio a nadie para nada, a no ser que sea uno amigo del Grupo La Nación o del mismo Víctor.

    Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,

    Frank.

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  3. Cierto: no puedo dar mi veredicto si no hay poemas. Abrazos.

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