viernes, 29 de enero de 2010

FRAGMENTO DE MALENA Y EL SILFO

Instauraciones (Súplica del silfo)

Estas son las cenizas

del paraíso

tómalas y bufa,

que tu soplo reinicie

la rosa y el jardín,

que el huerto arda de encarnados frutos

y el tálamo consienta,

una y todas las estrellas,

la trayectoria hiperbórea

de los pájaros sagaces,

y un fajo de luz bañe tu cabeza

para que seas tú y el paraíso

creándose y recreándose,

rigiéndose como en el principio,

inaugurándose.


Levanta tus manos

doblega las ramas del cerezo,

arquea las cepas donde duermen sus frutos claros,

llévalos a tu boca

y canta lo que confiesa el viento,

haz tu cama de tréboles bajo la sombra de una rosa

y se como Rafú*

la niña de seda púrpura,

la que alimenta con bayas a los gusanos de su huerta.

Aprende de las aves mínimas, el cortejo de las esencias

y funda en tu vientre, la casa común de los veranos,**

no temas querer tocar el cielo,

no temas beber de la fuente de aguas perennes.

Álzate tu también un cendal púrpura

y sé la niña girasol,

en el renovado solar de la infancia,

fórjate una corona de eneldo, como Dica***

y tiñe tu alma con flores de recedos y azafrán.

Duerme tu noche primera

junto a bosques de menta,

sosiega tu piel con el brillo de Orión,

hincha tu sueño con el luminoso delineado de Escorpio,

conspira y ama con la noche,

sé una con los búhos

y su taumatúrgico canto.


Y cuando el jardín se ilumine

de rocío y silbos

y la hierba eleve sus más tímidas espigas

entre la fresca bruma de la mañana,

abre tus ojos

y recuerda quién eres.

Entonces, lía al carrello

tus cuatro crines,

mezcla la ternura de Aldebarán

con la fuerza de Rigel

la suspicacia de Antares

con la elegancia de Ataír

y funda y refunda

tu rosa.

Y entonces dí sin pena:

estos son mis bosques,

estas son mis aguas,

y míos son sus lirios.

Inaugura

tus aljibes de siete arcos

y siete naves

y luego nómbralas:

Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia, Laodicea

y erige tu fuente de las lágrimas.

Sé como Dido, la reina,

y funda tu alcázar en la espesura del bosque,

lleva contigo el oráculo de los doce cisnes,

tu broquel de media luna

y una aljaba con filosos vértices de Guayacán.

Porque ahora,

tu casa, es tu casa,

mujer.

Por lo mismo, que no haya aversión

en tu edén.

Que no haya temor en ninguna flor,

ni desidia en el corazón.

Saldrás ahora de esta larga noche

con un clavel encendido

a nombrar las cosas simples de tu mundo

y dirás: pájaro, abeja, jazmín, soto, semilla

y las cosas simples hallarán júbilo en tu palabra.

Por tanto,

no temas adentrarte en el bosque,

limpia tu piel

con el aroma de los blancos signos del naranjo

y recorre tu mundo

oyendo el canto de las formas simples

y así sabrás de ti

y por ti

del universo que recién has heredado.

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* Balada del camino de las moras

** David Maradiaga

*** Discípula de Safo

5 comentarios:

  1. Me gusta mucho. Realmente grato encontrar ejemplos de que en este país hay diferentes tipos de poesía.

    Tema difícil, con un estilo muy sutil, como he visto en otros textos que has compartido recientemente.

    Saludos

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  2. Melvyn: Ya sé que pronto verá la luz tu nuevo poemario, del que este poema es parte, pues bueno: si tu obra mantiene esta calidad será, sin duda alguna, un gran libro de poemas. Te felicito desde ya, pues convencido estoy que no podrá ser de otra manera.

    Un abrazo fraterno en Amistad y Poesía verdaderas,

    Frank.

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  3. Concuerdo con Gustavo, este poema es muy difícil pero acertaste de una manera espectacular.

    Un abrazo!

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