Instauraciones (Súplica del silfo)
del paraíso
tómalas y bufa,
que tu soplo reinicie
la rosa y el jardín,
que el huerto arda de encarnados frutos
y el tálamo consienta,
una y todas las estrellas,
la trayectoria hiperbórea
de los pájaros sagaces,
y un fajo de luz bañe tu cabeza
para que seas tú y el paraíso
creándose y recreándose,
rigiéndose como en el principio,
inaugurándose.
Levanta tus manos
doblega las ramas del cerezo,
arquea las cepas donde duermen sus frutos claros,
llévalos a tu boca
y canta lo que confiesa el viento,
haz tu cama de tréboles bajo la sombra de una rosa
y se como Rafú*
la niña de seda púrpura,
la que alimenta con bayas a los gusanos de su huerta.
Aprende de las aves mínimas, el cortejo de las esencias
y funda en tu vientre, la casa común de los veranos,**
no temas querer tocar el cielo,
no temas beber de la fuente de aguas perennes.
Álzate tu también un cendal púrpura
y sé la niña girasol,
en el renovado solar de la infancia,
fórjate una corona de eneldo, como Dica***
y tiñe tu alma con flores de recedos y azafrán.
junto a bosques de menta,
sosiega tu piel con el brillo de Orión,
hincha tu sueño con el luminoso delineado de Escorpio,
conspira y ama con la noche,
sé una con los búhos
y su taumatúrgico canto.
Y cuando el jardín se ilumine
de rocío y silbos
y la hierba eleve sus más tímidas espigas
entre la fresca bruma de la mañana ,
abre tus ojos
y recuerda quién eres.
Entonces, lía al carrello
tus cuatro crines,
mezcla la ternura de Aldebarán
con la fuerza de Rigel
la suspicacia de Antares
con la elegancia de Ataír
y funda y refunda
tu rosa.
Y entonces dí sin pena:
estos son mis bosques,
estas son mis aguas,
y míos son sus lirios.
tus aljibes de siete arcos
y siete naves
y luego nómbralas:
Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia, Laodicea
y erige tu fuente de las lágrimas.
Sé como Dido, la reina,
y funda tu alcázar en la espesura del bosque,
lleva contigo el oráculo de los doce cisnes,
tu broquel de media luna
y una aljaba con filosos vértices de Guayacán.
Porque ahora,
tu casa, es tu casa,
mujer.
Por lo mismo, que no haya aversión
en tu edén.
Que no haya temor en ninguna flor,
ni desidia en el corazón.
Saldrás ahora de esta larga noche
con un clavel encendido
a nombrar las cosas simples de tu mundo
y las cosas simples hallarán júbilo en tu palabra.
Por tanto,
no temas adentrarte en el bosque,
limpia tu piel
con el aroma de los blancos signos del naranjo
y recorre tu mundo
oyendo el canto de las formas simples
y así sabrás de ti
y por ti
del universo que recién has heredado.
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* Balada del camino de las moras
** David Maradiaga
*** Discípula de Safo
Me gusta mucho. Realmente grato encontrar ejemplos de que en este país hay diferentes tipos de poesía.
ResponderEliminarTema difícil, con un estilo muy sutil, como he visto en otros textos que has compartido recientemente.
Saludos
Melvyn: Ya sé que pronto verá la luz tu nuevo poemario, del que este poema es parte, pues bueno: si tu obra mantiene esta calidad será, sin duda alguna, un gran libro de poemas. Te felicito desde ya, pues convencido estoy que no podrá ser de otra manera.
ResponderEliminarUn abrazo fraterno en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.
Es un buenísimo poema
ResponderEliminarBesos y amor
je
Concuerdo con Gustavo, este poema es muy difícil pero acertaste de una manera espectacular.
ResponderEliminarUn abrazo!
Gracias a todos
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