lunes, 9 de noviembre de 2009

Una vez pasé por una ciudad populosa
—Sobre la poesía de Melvyn Aguilar—


Alfredo Trejos Ortiz

Una vez pasé por una ciudad populosa e im-primí en mi cerebro, para uso futuro, susespectáculos, arquitectura, costumbres, tradi-ciones…

Walt Whitman


Sólo el avistamiento de extraños autos negros o de sospechosas mujeres-pájaro haría más interesante a la ciudad que la poesía de Melvyn Aguilar. Esa ciudad coronada por inmensas torres magnéticas, doblada en esquinas que recuerdan grandes barcos y grandes carencias. Su poesía pasa al ras sobre el asfalto, rugoso y negro, escenario de nuestras incontables estrecheces , de nuestra plebeyez —lúcida y honrada plebeyez— y deja un acabado insólito: construye una pista de baile de lo que antes fue un simple “tropezadero”.


En casi todos sus poemas hay una transparencia atribuible a una sólida lealtad al decir las cosas desde su cruel inmediatez. Si es la soledad es entonces la soledad que con pocas palabras comprendemos y que por aún menos motivos adoramos o detestamos. Si es el dolor es entonces el dolor más seco y más terroso, guardado en latitas etiquetadas en una alacena pobre y caduca. Si es el hastío es entonces el contagioso hastío del que acarrea frutas bajo nubes de tormenta. Todo siempre delante de una de esas viejas cámaras Panaflex que confiere a las imágenes su pátina como de cera.


Hay así mismo en la poesía de Melvyn una sencilla erudición que al consultar otras lenguas y al convocar los ancestrales mitos y rituales griegos, latinos y mesoamericanos sometiéndolos a la observación de una cotidianidad en ruinas (la de San José, bulliciosa y desangelada, la de Ortega de Santa Cruz, rupestre y lentísima) levanta una lista de desasosiegos comunes a todos, inaugurados hace tanto, tanto tiempo…


Poemas para permanecer envilecido y airado ante inmundo cuya alma desde hace mucho es un huésped más en los infiernos. Poemas para detonar los diminutos riscos que amenazan con desplomarse dentro de la idea que tenemos del corazón. Poemas que dan la impresión de haber sido escritos con cien años de diferencia entre uno y otro dada la independencia y la dispersión, diría quizá hasta la orfandad que los caracteriza pues son textos que se quedan solos y que solos combaten. Melvyn Aguilar advierte en ellos el color que disfraza las cosas, se embroma con la rutina y la marginalidad. Presiente y da la alerta.






Hoy 9 de noviembre recordando a

DAVID MARADIAGA, Hoy estaríamos
celebrando sus 41 años


"Hubo el tiempo para crear nuestro jardín
e iniciar la carrera hacia lo intuido.
Tiempo para la carne convocada
para remontar la cometa de un viejo deseo".

Quién diría, hermano pájaro, tener ahora que explicarle a todos esos ojos hinchados de asombro que el vuelo es posible, y que hay vuelos de vuelos, y que "uno muere muchas veces, la primera al nacer, las otras en cualquier momento"...

David nace un 9 de noviembre de 1968, en Mana­gua. Allí vive los dos primeros años de su niñez, niñez que podemos imaginar se desarrolla en un ambiente muy particular, pues el clima político tiene sumergido al país en un profundo estado de tensión social. Es por aquellos tiempos cuando la guerrilla sandinista empieza a estructurarse como una fuerza revolucionaria organizada, con el firme propósito de derrocar el gobierno somocis­ta. Los enfrentamientos entre la guerrilla y el ejército nicara­güense se dan a boca del día. Es en este panorama en el que vivían los niños y las niñas de la generación a la cual David perteneció.

En algunas ocasiones --muy raras por cierto-- con los ojos tristes y alguna bebida mágica entre las manos, de esas que lo transportan a uno a los archivos del pasado, solía contar David a sus amigos:
"estábamos en la escuela cuando la maestra nos alineaba al lado de la salida del aula, y nos indicaba cómo irnos para la casa, en grupos de dos y sin retrasarse; nosotros ya sabíamos y no nos causaba la normal alegría de los niños cuando suspenden la clase, pues entre dejar pupitre y alcanzar los brazos de la vieja transcurría un trecho de muecas y pesadillas..."


De niño, David viaja mucho por toda Centroamérica. A los 7 años cursa el primer grado en la escuela de Higuito, en Desamparados, pero luego regresa a Nicaragua y permanece allá por poco más de un año.

Es en 1978, a la edad de 9 años, cuando llega de manera definitiva a Costa Rica, siendo un niño aún, de alguna forma arrancado de su país, de su barriada, de su escuela, de sus abuelos y de sus amigos, pero un niño que en sus adentros, de alguna manera, sabía que dejaba también las reales pesadillas de infancia, sus temblores nocturna­les, sus escondites para el llanto.

Ya en nuestro país, que sería en adelante también el suyo, su familia se instala en una modesta casita en el distrito de Zapote. Allí reinicia sus estu­dios escolares y recibe parte de sus estudios de secundaria en el colegio Rodrigo Facio. Más, no sería en esta institución en donde terminaría su aprendizaje. David, ya a muy corta edad, mostraba signos de esa hiperactividad que lo caracterizó siempre, y en sus años de colegio esto no fue una excepción. Fue un estudiante brillante, un líder creativo y fogoso, propositivo, confrontador, y algunas veces travieso.


"Nos habíamos quedado en el `cole` un amigo y yo. No había nadie, solo nosotros y el guarda, y nos dio por jugar con un estante repleto de libros, hasta que sucedió lo que tenía que suceder, el coloso didáctico cedió al vaivén, precipitándose contra el suelo".

Al día siguiente --contaba David-- el encargado de cuidar las instalaciones los reportó, y su ingreso al colegio fue condicionado. Se le pidió que sus padres se hicieran presentes. En su ya perfilada rebeldía, David jamás volvió a ser estudiante del Facio.

Para esta época, en la que ya tendría entre 15 y 16 años, David había abandonado su casa en varias ocasiones, cumpliendo con esa necesidad de adolescente por la que muchos hemos atravesado a esas edades.

Su gran compañero y amigo de aquellos días fue Daniel Soto. Juntos apagaban su fogosidad o apaciguaban su creatividad dedicándose al deporte. El boxeo fue parte de las actividades que David practicara. Pero, además, sería Daniel, algunos años mayor que David, quien lo iniciara en la militancia de izquierda en la que crecieron juntos y en la que permanecieron por algunos años.

David viviría con su familia un tiempo más en Zapote y luego en barrio Clarit de San Rafael Arriba y San Rafael Abajo de Desamparados, para luego instalarse permanentemente en el sur de San José en el cantón de Alajuelita.

"No más dejar la acera de la costum­bre
el pavimento recorrido una y mil veces
para quedar a tientas en la ceniza.

No sabe uno si extramuros hallará madera de sueños
o el sueño será todo antiguos interiores

sólo conocemos la esperanza
Esa fuerza fluvial
que nos hace abandonar la casa"

David Maradiga


David como miembro de una familia humilde debía combinar el estudio con el trabajo y dejar ratitos para su verdadera pasión, la poesía. Sus amigos le veían entonces trabajar como obrero en una fábrica, o convertirse de pronto en un especialista en arte costarricense vendiendo pinturas en plazas, calles o de puerta en puerta. De repente se le encontraba como colaborador de algún periódico, diseñando enigmáticos crucigramas o elaborando valientes artículos sobre literatura y arte. Algunas veces fue "cuidador" de carros en el centro comercial "El Pueblo", en otras vendedor de libros en el mercado de las pulgas, en la estación del Pacífico. Entre todo esto, su verdadero amor iba tomando vida y forma, lentamente, en las servilletas del "Lobo Púrpura", en la salita de reuniones de la revista Andrómeda, en las banquetas de algún parque metropolitano, junto a algún amigo de trasnoche.

Andrómeda tuvo una significación importante en la vida de David. En el tiempo en que fue colaborador de esta revista se convirtió en una especie de Perseo y se casó con ella. Siempre que era oportuno nos hablaba con cariño de aquellos días. Tal vez no era por el espacio literario en sí mismo, sino, por las personas que le daban vida a esta publicación. Ahí conoció a grandes escritores, a pintores importantes, locos y bohemios que incidían en el ambiente artístico nacional.

La revista fue una especie de horno en el que David fue dinamisando la inquieta levadura de su cuerpo poético. Ahí se fue amasando un pan que muy pronto estaría listo a servirse en todas las mesas candentes y sensibles de un San José agresivo y peligroso, pero seductor. De igual manera y a la luz de estos calificativos, iba forjando su carácter, iba descubriendo sus pasiones, iba coleccionando rostros, tristezas, triunfos y amores. Era un joven tripulante a bordo de un frágil navío en un tempestuoso océano. Lo más significativo es que en Andrómeda conoce a alguien que iba a incidir profundamente en el rumbo de ese navío: Jaime Bustamante Montaño , quien viene a ser el amigo, el guía y el confidente, pero lo más importante, el compañero de ese viaje por el que se transita muchas veces a solas.

David concluye sus estudios secundarios en el Liceo de Costa Rica Nocturno y luego ingresa a la Universidad Nacional en donde se decide por la carrera de bibliotecología. Sería ahí en donde, junto a Jaime Bustamante, su gran amigo y hermano poeta, inicia la aventura de "Hechos y Palabras", un espacio dedica­do a la poesía, a las musas y a la bohemia, vitales ingredientes que tonificaron la amistad entre dos seres bellísimos, quienes juntos, de ahí en adelante, apostarían sus sueños individuales en la construcción de un sueño colectivo.


A Jaime B.

"Agradezcamos a la lluvia
el sol a conquistar
y que por ella se avive
la hoguera de la utopía
Por su tozuda presencia
se endurezca la carne
y se agigante este amor
a los guerreros del verano"

David Maradiaga.

La poesía, decía David, se tiene que asumir valientemente, se tiene que vivir intensamente. Un poema se hace con cada acto, en cada gesto. No es suficiente escribirla, hay que hacerla sentir en el espacio. La poesía es para construir, la poesía es para intentar la vida.

Desde muy joven David se había comprometido con el quehacer poético. Fue creador de diversas instancias en este orde, tales como talleres y espacios de reflexión. Así lo encontrábamos coordinando al grupo literario “los de la segunda planta” o como editor de la publicación “Torre de Babel”. Ya se mencionó su colaboración en la Revista Andrómeda y su aventura junto al flaco en la formación del grupo de promoción cultural Hechos y Palabras, también fue miembro del Taller de Poesía libre de la Universidad Nacional, y fundador del Colectivo "Octubre Alfil 4", entre muchos otros espacios formales e informales que se hacen difíciles de enumerar.

Su producción como poeta es basta, pero lo que es mejor aún, comprometida con las cosas que él amaba y con las cosas en que creía. Si no hubiera sido así, no hubiese escrito ni una sola palabra.

Dentro de su inédita producción encontramos propuestas poéticas como "Noticias del Fuego", "Doble Sol", "Recordaré estos días", "Pasos en la madrugada", entre otras.

Como compilador y prologuista, tenemos la antología "Dejen al Sol Brillar", así como del prólogo del libro "Algunos se hacen Dioses" de Juan Murillo. A nivel investigativo, es cooproductor del libro "El continente que queremos", recopilación de la consulta latinoamericana y caribeña "Juventud 92" (insumo preparatorio para la posición juvenil latinoamericana con miras a la cumbre de Río 92.

Existe, además, una serie de cuentos y de ensayos que nunca sacó a la luz, ni siquiera en los espacios más íntimos.

David estaba enamorado de la vida, y como todo enamorado, algunas veces ciego, algunas veces triste, pero siempre esperanzado. Y la esperanza, sabemos, no es un sentimiento ni una condición gratuita. Se construye, decía, con todo lo que tengamos a mano: piedras, hambre, noches con o sin luna, con violentos arrebatos que finalizaran en un grito altísimo o en una mueca. Pero, eso sí, la esperanza se construye con el sueño, y esto era para David una verdad concreta. Como dijera Roque Dalton, “tan concreta como el alpiste”.


SU PASO POR AECO

Algo de esto era lo que David había aprendido de su camarada y compañero de trabajo Oscar Fallas, “soñando y empujando”. Ante la contundencia de estas dos palabras, ¿qué no es posible?, si ya se tiene todo para hacer del sueño una realidad hermosa, verde y dulce, como el mejor licor de los dioses.

David amaba la vida, y es que había aprendido a amarla, no vayan a creer que es fácil. Para esto, como diría él, “hay que tragar mucho licor y muchas brujas”, y por defender la vida estaba dispuesto a todo, y cualquier trinchera habría sido buena para este propósito. Y es que hay que decirlo, la poesía era su trinchera, los bares más populares eran su trinchera, una banqueta fría del parque era su trinchera, el cuerpo, el amor y la complicidad de una mujer era su trinchera, el cariño de un amigo o amiga era su trinchera. Y aún cuando no se quedaba mucho tiempo en ellas, las recordaba para siempre, pues él sabía que para estar en el frente de la lucha había que frecuentar todos los huecos posibles.

Su último refugio táctico, y a la vez el último de sus frentes de lucha, fue la Asociación Ecologista Costarricense, trinchera por muchos compartida, y en donde él encontrara la conjugación de la poesía, el amor, la complicidad, la amistad y la fría banqueta en donde subirse a gritar por la construcción de un mundo socialmente justo y ambientalmente sano.

Es Jaime Bustamante quien lleva a David a la AECO, a finales de 1989. Y calzó como pieza a rompecabezas. Pronto había incorporado sus ideales a los de la Asociación, y viceversa. Ya en 1990, se incorpora como miembro activo, y desempeña diversos cargos de importancia. En su primer año, estructura el Centro de Documentación de la Asociación, un año después es designado como delegado oficial por Costa Rica para el Foro Mundial de Juventud sobre Ambiente y Desarrollo. Fue delegado también para la Consulta Nacional de Juventud por el Desarrollo Urbano. Fue coordinador del taller nacional de juventud y ambiente urbano. En 1994 participó como representante por Costa Rica a la Asamblea General de Amigos de la Tierra, en Tallín, Estonia, y como representante a la cuarta Ecotopía Latinoamericana, realizada en Montevideo, Uruguay. En 1995 representó a AECO en la Comisión Nacional de ONG´s para el Desarrollo Sostenible, CONAO. También coordinó el Área de Instancias de Coordinación de AECO, y se incorporó como miembro del grupo de trabajo de Juventud de Amigos de la Tierra Internacional.

Así era David, un tipo apasionado y trabajador, siempre dispuesto a dar la tarea.

En AECO se le recuerdaba por su enorme capacidad para responder. Era un mago de la redacción, el “salvatandas” de muchos y muchas en aquellos momentos de apuro. Pero sobre todo; por su claridad política y sus siempre valiosos aportes en todas las dimensiones del trabajo realizaba, por su invaluable presencia en la campañas contra la STON Forestal y la campaña contara la minería de oro a cielo abierto, en donde siempre estuvo al frente con sus compañeros de Área, inyectando claridad y creatividad. Pero, sobre todo, lo recordamos como el amigo tierno y sonriente, dispuesto siempre al abrazo, a la palabra de aliento, al consejo joven y compartiendo su particular forma de celebara la vida desde su inmenso corazón.



Extracto de un texto de Melvyn Aguilar incorporado en la memoria institucional que la Asociación Ecologista Costarricense AECO, desarrollo para recordar a: Oscar Fallas, Jaime Bustamante, María del Mar Cordero y David Maradiaga. Este documento nunca fue publicado.

CUMPLEDÍAS

Que seas feliz en nuestro cumpledías

Un ramillete de sapos
se reparte pentagramas de la fiesta
que esta noche tocarán para nosotros
Que seas feliz
porque como en cada cumpledías
hay veraneras y geranios que reponen
a los que ayer murieron
El cielo se ha llenado de inéditas nubes
y en China hoy nacieron
miles de chinitos nuevos

Siéntete bien porque hoy cumplimos días
con la Nebulosa del Cangrejo
con los tesoros de Príamo
y con ese venusto pez del más allá del azul
Con esa berlina y con el gánster
que se apoya en su estribo
su metralla
y la foto en que se fijaron para siempre los tres

Cumplimos días al mismo
tiempo que cumple días
la muerte Cyrano
la rueda
el conjunto de gatos dormilones
y el primero beso

Cumplimos días con el rucio de Sancho
con la momia de Tutanamón
conlas piedras de Sumatra
y las últimas palabras de Edgar Allan Poe

Cumplimos días con el universo

O por qué crees que ha salido el sol
por qué ese chiquillo sonriendo aún
en medio de umbrosas profecías
o aquella casitaque encara gozosa
el primer canto de los gallos
sin saber que termina la cuenta
de sus ameneceres

Por qué los amores
a pesar de la gestión de la hecatombe
si no porque todo nos promete
infinitos cumpledías con este universo
aún convertidos en su típico polvo

Si no porque tenemos en las venas
eternidad de constelaciones y seres divinos
por qué crees que la muerte
muy a su disgusto ha comenzado a morir
y nosotros a soñar
hechos ya la rosa del mañana
el olor a violín de días próximos
David Maradiaga

2 comentarios:

  1. ¿Tan terrible fue la vendetta contra estos camaradas que ni siquiera publicaron su documento recordatorio en honor a ellos?
    La impunidad de esos crímenes es "de antología" diría el escritor nuestro...

    Alguna vez soñé con este vate sosteniendo una pancarta en algún lugar público de mi conciencia, seguro, de la conciencia colectiva de los hombres de una sociedad...

    No conocí a Madariaga, en ese tiempo no era mi ruta por esos lados de la capital, pero la pancarta de David solo tenía palabras de silencio, o sea, estaba en blanco salpicada violentamente de gotas de sangre de él mismo. Esa madrugada, lleno de angustia y desconcierto por haber bebido, como siempre, sin límites precisos, desperté con los pelos de punta y me bebí de un trago la “pachita” Jhonny Walker que tenía dispuesta en la mesita de noche, y que debía resucitarme en la siguiente mañana, antes de dar un paso por este mundo salpicado de traiciones, de injusticia, de cobardía...

    No fue recurrente esa pesadilla porque no hizo falta: ya es una realidad inexorable de mi vida.

    Feliz cumpleaños a los dos!

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