Nosotros
los rompebarcos de la marinada
tirapiedras fecundos
antes que un pedazo de sandía
perturbara
los plácidos kilómetros de los ojos azules.
Nosotros
la botella de lágrimas rabiosas
contra toda fecha
de la letra perpetua renovada.
Nosotros
los legendarios quiebravidrios
niegafirmas contagiosos gritabarcos
con nuestra siembra de banderas
en el despertar de todas las mañanas.
Nosotros
sí
los prohibidos
los malditos apagados prendidos
desde no sé que consigna
del Prestan amotinado
Nosotros
malditos
malditísimos despojados de la patria.
Nosotros
cuando el gallo de pascua
despunte el sol del mediodía
2000 veces ascanios, aragonés, prestanes, palominos
construiremos la casa de los sueños
con la moneda propia de su mapa.
No es la moda
de llamarnos tercos
sino el instinto de conservar
el nosotros de la sangre y de la esperma.
No es querer ser tercos de remate
con un golpe gastado dominó semántico.
En este desafío de relojes
entre el superman que se roba las galaxias
y el despegue endeudado de las pulgas
tenemos que ser tercos:
tercos de dulzura
tercos en la cárcel
en la muerte tercos tercos
y más tercos en la firma
tercos
terquísimos
para pasar por el ojo el camello
y recobrar la cintura de las aguas.
Desde el Callejón del Gato
Poeta Melvyn amigo:
ResponderEliminarExcelente texto de la poetisa hermana Diana Morán. Felicitaciones por seguir seleccionando buena poesía.
Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,
Frank.
de lujo la poeta Diana
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